República Dominicana se encuentra en el centro de un debate económico crucial tras la propuesta de una nueva reforma fiscal, cuya implementación afectará de manera significativa a varios sectores de la población. Si bien el objetivo de la reforma es supuestamente fortalecer las finanzas públicas, el impacto sobre la clase media y los sectores más pobres ha generado gran preocupación. A medida que se perfilan los detalles del proyecto, la percepción generalizada es que estos grupos serán los más afectados por el incremento de impuestos.
La clase media, considerada por muchos como el pilar del crecimiento económico en el país, será una de las más golpeadas por esta reforma. Para muchas familias que apenas logran mantener un equilibrio entre los ingresos y los costos de vida, cualquier ajuste en la presión fiscal puede significar un retroceso.
«Estamos trabajando para mantener a nuestras familias y sobrevivir en una economía que ya de por sí es difícil. Si aumentan los impuestos a productos básicos, nuestras opciones serán más limitadas», expresó un trabajador de la clase media a BlogIt.
Este tipo de testimonio refleja la incertidumbre que reina en la sociedad dominicana, especialmente entre aquellos que sienten que, a pesar de sus esfuerzos, las políticas fiscales continúan desplazándolos económicamente.
Haivanjoe Ng Cortiñas, un economista prominente, señala que los RD$110 mil millones adicionales que el gobierno espera recaudar no beneficiarán de manera directa al gasto social, excepto en el área de salud, que recibirá una proporción mínima de los nuevos ingresos. Además, advierte que la reforma fiscal podría trasladar costos a los consumidores, encareciendo productos esenciales y afectando a los sectores más vulnerables.
Los más pobres, los más vulnerables:
El impacto en los sectores más vulnerables, aquellos que ya viven por debajo del umbral de la pobreza, será aún más severo. Con menores ingresos y acceso limitado a recursos, cualquier alza en el costo de la vida podría agravar la ya difícil situación. Aunque se han mencionado algunas medidas compensatorias, como programas sociales para mitigar el impacto, muchas organizaciones no gubernamentales y economistas han señalado que estas políticas podrían no ser suficientes y que además son discriminatorias.
Uno de los grandes temores que genera esta reforma es la profundización de las desigualdades económicas en el país. La clase media, que en las últimas décadas ha sido clave en la reducción de la pobreza, podría retroceder, lo que debilitaría uno de los motores más importantes del crecimiento. En el caso de los sectores más pobres, los efectos podrían ser aún más devastadores, empujándolos a la informalidad y limitando su acceso a servicios públicos de calidad.
La situación también ha generado preocupación entre economistas, quienes señalan que el sistema tributario dominicano es regresivo, es decir, que las personas de menores ingresos terminan pagando proporcionalmente más en impuestos. Esto agrava la desigualdad existente y podría desincentivar la inversión productiva, que es crucial para mejorar la economía.
Si bien una reforma fiscal es necesaria para asegurar la sostenibilidad financiera de la República Dominicana, es imperativo que se tomen en cuenta las realidades socioeconómicas del país. La clase media y los sectores más vulnerables no deben ser los más perjudicados.
El debate está sobre la mesa, y ahora la pregunta clave es: ¿se puede diseñar una reforma fiscal que sea justa y equitativa, o quedarán los más vulnerables atrapados en un círculo de pobreza aún más difícil de romper? Las próximas decisiones del gobierno serán cruciales para determinar el futuro económico y social del país.