El presidente de Perú, Pedro Castillo, reemplazó hoy al jefe de gabinete Guido Bellido por Mirtha Vásquez para «garantizar la gobernabilidad del país», tras desacuerdos públicos del funcionario saliente con otros miembros del Ejecutivo, y así busca cerrar la tensión con su partido, cuya bancada parlamentaria cuestionó a «aliados electorales que desarrollan sus propios proyectos políticos».
Castillo primero aceptó la renuncia de Bellido, que implica automáticamente la de todos los ministros del gabinete, y luego designó en el cargo a Vásquez, una abogada y activista humanitaria de 46 años que hasta fines de julio presidió el Congreso unicameral y pertenece al Frente Amplio, que tiene la potestad de mantenerlos.
De hecho, en el nuevo gabinete permanece la mayoría de los ministros: Oscar Maúrtua (Relaciones Exteriores), Pedro Francke (Economía y Finanzas), Juan Manuel Carrasco (Interior), Hernando Cevallos (Salud), Aníbal Torres (Justicia) e Iber Maraví (Trabajo).
Con la salida de Bellido, cuestionado desde su nombramiento, y su reemplazo por una figura de otra fuerza, aunque afín, Castillo busca calmar la tensión generada entre el oficialismo y la oposición en los poco más de dos meses que el mandatario lleva al frente del Gobierno.
La cuestión de confianza -que es sobre el gabinete y no sobre un ministro en particular- se puede saldar de dos maneras: el Congreso puede concederla, lo que significaría un respaldo para el Ejecutivo, o denegarla, lo que, paradójicamente, dejaría al Legislativo en una situación de debilidad ya que el jefe del Estado puede disolver el parlamento si deniega la confianza a dos gabinetes dentro de un mismo período de gobierno.
«Tanto la cuestión de confianza, la interpelación, como la censura, no deberían usarse para crear inestabilidad política, el Perú espera mucho de sus autoridades, es momento de poner el Perú por encima de toda ideología y posición partidaria aislada», subrayó Castillo.
Bellido es considerado un representante del ala más dura de Perú Libre (PL), partido al que Castillo se afilió el año pasado para postularse a la Presidencia, tras militar 12 años en el partido centrista Perú Posible (PP), del expresidente Alejandro Toledo, y cobrar notoriedad como líder de un sindicato de docentes.
Justamente el líder de PL es Vladimir Cerrón, quien fue suspendido como gobernador del departamento Junín por un caso de corrupción y por ese motivo fue inhabilitado para acompañar a Castillo como candidato a segundo vicepresidente de la república.
Una vez que Castillo ganó el balotaje, el 6 de junio, se hicieron públicas diferencias entre Cerrón y el mandatario electo, que moderó promesas de campaña y aseguró que respetaría la Constitución y la propiedad privada, y llegó a decir que al jefe de PL «no lo van a ver ni siquiera de portero en ninguna de las instituciones del Estado».
Sin embargo, y contra los pronósticos que auguraban una mayor participación de figuras ajenas a PL en su equipo inicial, Castillo comenzó su gobierno con Bellido, uno de los dirigentes más próximos a Cerrón, como primer ministro, y Waldemar Cerrón, hermano de Vladimir, como jefe de la bancada oficialista -que es la más numerosa, aunque lejos de la mayoría, incluso con aliados- en el Congreso.
No obstante, Castillo volvió hoy a defender la propiedad privada, después de que Bellido impulsara una renegociación de la distribución de las ganancias de Camisea bajo amenaza de estatizar la operación si no se llegaba a un acuerdo.
«Ratificamos el compromiso del Perú con la inversión privada, remarcando la necesidad que esta opere sin corrupción y con responsabilidad social, priorizando la diversificación productiva nacional», sostuvo el presidente.
La salida de Bellido del gabinete fue saludada por la mayoría de las bancadas parlamentarias y por la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva -del partido centrista Acción Popular-, quien opinó que el reemplazo ocurría «luego de varios días de innecesaria incertidumbre» y aseguró que el parlamento «tiene la mejor disposición para el diálogo y la gobernabilidad».