El general de mayor rango en Sudán, Abdel Fattah Al Burhan, disolvió el Gobierno de transición y anunció que a partir de ahora el ejército dirigirá al país, luego de que sus fuerzas arrestaran al primer ministro en funciones, Abdallah Hamdok, y a otros funcionarios, mientras miles de sudaneses protestaron en las calles en contra del golpe de Estado.
Los militares sudaneses, que compartían el poder con la dirigencia política desde 2019, pusieron fin a semanas de tensiones con el arresto de los dirigentes civiles por negarse a apoyar un golpe de Estado, anunció el Ministerio de Información.
Según lo anunciado por el general Al Burhan, el nuevo Gobierno que se formará tendrá a su cargo la creación de varias instituciones, como el Tribunal Supremo, e, insistió, que se asegurará que Sudán respete los acuerdos internacionales que firmó.
La Asociación de Profesionales de Sudán denunció de inmediato el golpe de Estado. Este organismo fue uno de los actores de la revuelta de 2019 que puso fin a 30 años de dictadura de Omar Al Bashir en este país del África oriental, uno de los más pobres del mundo.
Junto al sindicato de médicos y bancarios, esa asociación llamó a la desobediencia civil en Jartum, hundida ya en el caos, sin internet y con las calles repletas de gente en un contexto de gran inestabilidad tras un fallido golpe apenas un mes atrás.
En Jartum, manifestantes se aglomeraron en las calles y quemaron llantas para protestar por los arrestos. Entre tanto, hombres en uniforme militar cortaron las carreteras principales a la capital y la vecina Omdurman.
Muchos de los manifestantes se dirigieron al centro de la ciudad, donde los pro-civiles habían organizado desde el jueves una demostración de fuerza al grito de «revolución» para rechazar lo que llamaban ya «un golpe de Estado rampante»
«No aceptaremos un régimen militar. Estamos dispuestos a dar nuestras vidas por la transición democrática», aseguró Haitham Mohamed, uno de los protestantes.
El último jueves, 21 de octubre, decenas de miles de sudaneses marcharon en varias ciudades para respaldar la plena transición de poder a los civiles y contrarrestar a una «sentada» iniciada días antes frente al palacio presidencial de Jartum para exigir la vuelta al «mando militar».
Uno de los problemas es que el principal bloque civil, las Fuerzas por la Libertad y el Cambio (FCC), que encabezó el movimiento contra Bashir, se dividió en dos facciones.
En el plano de las reacciones internacionales, el enviado de las Naciones Unidas (ONU) para Sudán, Volker Perthes, calificó como «inaceptables» las detenciones de dirigentes civiles. «Pido a las Fuerzas Armadas que liberen inmediatamente a los detenidos», aseveró.
Estados Unidos, cuyo emisario Jeffrey Feltman estuvo ayer en la oficina del detenido primer ministro Abdallah Hamdok, afirmó estar «profundamente preocupado» y advirtió que cualquier cambio del gobierno de transición «pone en peligro la ayuda estadounidense».
Por su parte, el jefe de la diplomacia europea Josep Borrell -vía Twitter- llamó a la comunidad internacional a «volver a encarrilar la transición sudanesa», y la Liga Árabe también manifestó su «profunda preocupación» e instó a «todas las partes a respetar» el acuerdo de reparto de poder.