El dólar Blue, el eufemismo para referirse al dólar estadounidense comprado de forma ilegal en Argentina, tocó el viernes pasado su máximo histórico al llegar a los 195 pesos y redondear una escalada de 10 pesos en tan solo 5 días.
La última vez que la moneda norteamericana había alcanzado dicho valor fue el 23 de octubre de 2020. En ese momento, la brecha con el mayorista crecía hasta el 150%.
Cabe destacar que cuando Alberto Fernández fue electo presidente en el 2019 estaba en 67,75 pesos y hace media década en 15,22 pesos. En este sentido, el valor del dólar Blue impresiona no solo por la escalada de los últimos años, sino también por la enorme distancia entre esa cotización informal y el dólar oficial, de «apenas» 104,75 pesos, según datos del Banco Nación (o sea, una diferencia de 87%).
Mientras que, la versión «ahorro» o «solidaria» cerró en $ 172,84 y los dos dólares financieros, lo hicieron en $ 179,32, el MEP; y en $ 179,42, y el contado con liquidación.
Detrás de la nueva escalada están: la inflación, que fue del 3,5% en septiembre, y que acumula 52% en los últimos 12 meses.
También las crecientes dudas sobre las posibilidades de lograr un acuerdo con el FMI para refinanciar la deuda (hace casi dos años que el gobierno de Fernández intenta renegociar esos pagos, sin avanzar de forma substancial).
Además, las incertezas políticas debido a la proximidad de las elecciones parlamentarias del 14 de noviembre. Existen grandes posibilidades de que se repita la derrota del oficialismo de las primarias de septiembre. Si esto ocurriera, el Gobierno dejará de ser la principal fuerza política en la Cámara de Diputados. Incluso, podría perder la mayoría que el peronismo ostenta en el Senado desde la vuelta de la democracia en 1983.
También, las dudas sobre qué tipo de política económica adoptaría el Gobierno de Alberto Fernández en caso de victoria o de derrota en las elecciones parlamentarias. Uno de los miedos es que el gobierno implemente una gran devaluación.
Otro factor que genera incertidumbre son las señales de que el presidente manda cada vez menos y de que quién da las órdenes es su vicepresidenta Cristina Kirchner. El índice de aprobación del Gobierno, que hace un mes era malo, 32%, ahora es peor, de solo 27%, según una encuesta de la consultora Poliarquía.
Para complicar las cosas aún más, la imagen de la autoridad se desintegró, especialmente después de las críticas intensas disparadas contra Fernández por la mismísima vicepresidenta.
El gabinete, que fue reformado, ahora cuenta con más «cristinistas» y menos «albertistas». Solo el 8% de la población considera que Fernández es el que manda. Es un panorama complicado.
Además, la tensión con los empresarios. Días atrás, el Gobierno determinó el congelamiento de los precios de 1.400 productos hasta el 7 de enero, en un intento de contener la inflación. La lista incluye productos como fideos, huevos y leche. Lo raro es que también fueron congelados los precios de productos como champagne, vodka, vino y cremas estéticas.
El congelamiento de precios fue adoptado en Argentina por gobiernos de los más variados espectros ideológicos desde los años 70, como la dictadura militar y el gobierno democrático de Raúl Alfonsín. Recientemente, también lo hicieron el gobierno de Cristina Kirchner, entre 2007 y 2015, y también el de Mauricio Macri. Todos fracasaron y no atacaron las causas de la inflación. Y el dólar sigue por las nubes.