La Reserva Federal de Estados Unidos reducirá sus compras de bonos, con las que daba un estímulo extraordinario a la economía desde el estallido de la pandemia de coronavirus.
La Fed tomó la decisión en respuesta a una inflación que ahora parece que persistirá más que lo que se creía hace unos pocos meses.
En una declaración, tras su última reunión sobre políticas, el Banco Central de Estados Unidos adelantó que reducirá sus compras mensuales de 120.000 millones de dólares en bonos en las próximas semanas, a adquisiciones de solo 15.000 millones de dólares al mes, aunque se reserva el derecho a cambiar el ritmo.
Esas compras tuvieron como objetivo mantener bajas las tasas de interés a largo plazo para alentar los préstamos y el gasto.
No habrá cambios, sin embargo, en sus tasas de referencia, que permanecerán en el rango del 0%-0,25%.
La Fed justifica su decisión por la «sustancial mejora» de la economía, aunque reconoce que la inflación sigue siendo elevada: cerró septiembre con una tasa interanual del 5,4%, la mayor en 13 años. Los mercados reaccionaron con ligeras subidas al anuncio.
«Es difícil predecir la persistencia de los efectos de los problemas logísticos, y en especial el de la inflación», sostuvo Jerome Powell, responsable de la Fed.
«Está claro que es un momento de incertidumbre, pero deberíamos ver el descenso de la inflación para el segundo o tercer trimestre de 2022», agregó.
En una reciente proyección económica de la Fed, 10 de sus 12 bancos regionales constataron la preocupación existente por las distintas manifestaciones de escasez, ya sea de trabajadores o bienes. La palabra escasez, de hecho, aparece 70 veces en el documento.
Además, 6 de los 12 bancos referían «cuellos de botella» y la mayoría constató una coyuntura de «precios significativamente altos».
A esto, se suman otros factores como el encarecimiento de las materias primas y la escasez de mano de obra, incluso en los sectores menos cualificados, además del precio al alza de la energía.
Con la temporada navideña en ciernes, el dilema de la Fed es averiguar si la contracción de la oferta representa una amenaza inflacionaria tan grande que justifique una política monetaria más estricta, o si la economía vuelve a la normalidad, lo que permitiría una política monetaria más flexible.