Una delegación de alto nivel del Gobierno de Estados Unidos viajó a Caracas con la intención de proponerle al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, un acuerdo económico para suplir algunas demandas energéticas en su economía, tras la imposición de sanciones a Rusia por invadir Ucrania.
El régimen chavista no confirmó la visita con la que Washington pretende socavar la influencia de Moscú entre sus aliados latinoamericanos
La iniciativa contemplaría la introducción de medidas para relajar las sanciones internacionales a Venezuela, dando a Caracas, además, opciones para recuperar su producción petrolera en un contexto global de volatilidad y precios récord del crudo.
Con la tentadora iniciativa, Estados Unidos mueve sus fichas para intentar mitigar la influencia geopolítica de Rusia entre sus aliados latinoamericanos.
Hermetismo absoluto
El supuesto viaje de la delegación estadounidense fue recibido con hermetismo en Venezuela.
Fuentes próximas a la negociación, sin embargo, dieron por hecho que las conversaciones están en curso.
Otras, con acceso a la embajada de Estados Unidos en Caracas, confirmaron la visita oficial.
Sin embargo, afirmaron que el objetivo de la misiva -la de más alto nivel en mucho tiempo- sería discutir la posible liberación de presos políticos estadounidenses en Venezuela, incluidos los seis gerentes de la filial Citgo, la filial petrolera de Venezuela en Estados Unidos.
Mientras que la oposición al Gobierno de Maduro por el momento se mantuvo expectante, pero en silencio.
Estados Unidos, apunta a Venezuela
El mercado estadounidense fue el destino tradicional de las exportaciones petroleras venezolanas antes de la llegada al poder de Hugo Chávez, en 1999.
Washington rompió relaciones y cerró su embajada en Caracas en 2019, tras acusar a Nicolás Maduro de fraude electoral.
La Administración de Donald Trump impuso duras sanciones al régimen chavista y reconoció como presidente del país al opositor Juan Guaidó.
Ahora, el Gobierno de Biden busca un acercamiento, pero no tanto por lo que pueda darle Venezuela sino más para perjudicar a Rusia, que poco a poco intenta posicionarse en Latinoamérica.
«En el corto plazo, difícilmente Venezuela pueda mantener de forma sostenible la producción de un millón de barriles diarios. Las escalas de producción de Rusia y Venezuela son incomparables; no hay un experto capaz de sostener que Venezuela tenga una influencia en el mercado energético en los próximos seis meses», explicaron algunos analistas internacionales.
«El acuerdo puede tener sentido -según los especialistas- a medio plazo: el fin de las sanciones internacionales podría ofrecer a Venezuela la posibilidad de aumentar su producción actual», agregaron.
El Gobierno venezolano parece decidido a cambiar el marco institucional de inversiones para fomentar la participación privada en sus yacimientos, que son los más abundantes en reservas de todo el mundo.
«Ahora mismo, a Estados Unidos le interesa especialmente suplir unos 500.000 barriles diarios de crudo pesado y derivados que Rusia venía vendiéndole, para sus refinerías en el golfo de México, y que años atrás producía Venezuela», recordaron los expertos, mientras subrayaron que ninguno de estos factores «va a resolver, por sí solo, el encarecimiento del precio de los combustibles».
Venezuela buscó retomar el diálogo sin éxito y luego se acercó a Rusia
Durante la presidencia de Donald Trump, mientras Maduro consolidaba su autocracia y Washington respondía con sanciones, Caracas envió numerosos mensajes conciliadores a la Casa Blanca proponiendo acuerdos en materia energética con facilidades para la inversión, que también suponían el fin de las sanciones.
Tras negar durante años la crisis, el discurso oficial achaca hoy a las sanciones internacionales el derrumbe de la economía.
Pero a la vez, en los dos últimos años, Venezuela reforzó su alianza con Moscú, con un capítulo muy sobresaliente en el campo militar.
Maduro justificó y respaldó de forma expresa la invasión de Rusia a Ucrania. De hecho, no participó en la votación de una resolución de condena adoptada el miércoles por la Asamblea General extraordinaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Una fuente vinculada al sector privado de la producción local de petróleo, en el anonimato, apunta que, con esta iniciativa, la Administración de Biden puede ofrecer a Caracas el levantamiento de las sanciones, o reducirlas significativamente, a cambio de que Maduro organice una elecciones limpias y verificables en 2024 que supondrían el principio del fin de las tensiones bilaterales.
Pero Diosdado Cabello, número dos del régimen, reiteró recientemente que «no se sabe cuándo serán las elecciones presidenciales en Venezuela, argumentando que el acoso de Estados Unidos y la Unión Europea al régimen dificulta el escenario».
Tras conocer la existencia de las negociaciones, el senador republicano estadounidense Marco Rubio criticó a Biden.
«Biden está usando la excusa de Rusia para proponer el acuerdo que siempre quiso hacer a Maduro. En lugar de producir más petróleo local, quieren reemplazar el petróleo que comparaba a un dictador asesino como Putin, comprando a otro dictador y asesino como Maduro», aseveró.
Las urgencias de Europa
Algunos países de Europa se oponen a cortar los ingresos de petróleo y gas de Putin debido a su fuerte dependencia de Rusia para su suministro energético.
El petróleo ruso representa sólo un 5% de las importaciones de petróleo de Estados Unidos (unos 670.000 barriles al día), y una cantidad menor de gas natural líquido, según la Administración de Información Energética (EIA).
Los aliados en Europa, especialmente Alemania e Italia, dependen en gran medida de Rusia para su energía.
Alemania depende de Rusia para cerca del 34% de sus necesidades de petróleo y dos tercios de su gas natural, que a su vez representa el 27% de toda la energía que consume, según cifras del gobierno.
En total, la Unión Europea importó de Rusia cerca del 40% de su consumo total de gas natural y el 25% de su petróleo en 2021.
Dentro de este contexto, Estados Unidos y sus aliados se encuentran bajo una creciente presión para castigar aún más a Rusia por su invasión a Ucrania, sancionando sus exportaciones de petróleo y gas.
Venezuela, que hasta hace poco más de una década fue uno de los mayores exportadores de petróleo y gas del mundo, podría servir como potencial fuente alternativa de suministro de petróleo en caso de que las naciones occidentales decidieran cortar las exportaciones rusas de petróleo y gas.
Pero la producción petrolera venezolana cayó drásticamente en los últimos años y los críticos se oponen a que se permita a Maduro beneficiarse económicamente sin que este haga grandes concesiones.
Eso supondría un enorme cambio de política por los dos lados. El gobierno de Biden insistió en que no levantará las sanciones, incluso sobre el vital sector petrolero de Venezuela, a menos que Maduro tome medidas concretas para celebrar elecciones libres.
Rusia, otro jugador clave
También sería un cambio dramático que Maduro tomara alguna medida contra los intereses del Kremlin. El 25 de febrero, Venezuela culpó a Estados Unidos y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de la crisis en Ucrania.
En una llamada telefónica del 1 de marzo, Putin y Maduro discutieron la situación en Ucrania y hablaron de aumentar una asociación estratégica entre Rusia y Venezuela.
Quienes abogan por una solución negociada, como el International Crisis Group, llevan tiempo recomendando el levantamiento paulatino de las sanciones a cambio de avances en el restablecimiento del gobierno institucional en Venezuela.
«La crisis actual ofrece una oportunidad para romper el estancamiento, pero Washington deberá ser consciente del peligro de que un acuerdo en estas circunstancias pueda permitir al gobierno venezolano dejar de lado las voces de la oposición y consolidar el régimen autoritario», explicó Phil Gunson, analista principal de Crisis Group para la región andina.
En este contexto, Rusia ayudó a Venezuela a superar las sanciones de Washington. Maduro mantuvo el poder con el respaldo de Rusia y de otros aliados autocráticos, como China, Cuba e Irán.
Mientras que las exportaciones de petróleo de Venezuela cayeron fuertemente en los últimos tres años, compañías petroleras y bancos rusos jugaron un papel clave en ayudar a Maduro y a la compañía petrolera estatal PDVSA a evadir las sanciones y continuar sus envíos.
A menudo ese comercio se realizó utilizando barcos sin transpondedores o transferencias clandestinas de barco a barco en el mar.