Uruguay transita la última semana antes del referendo del domingo 27, en el que se pondrán en juego 135 artículos de una megaley clave para la presidencia de Luis Lacalle Pou, con un escenario en el que inevitablemente parece medirse la gestión de gobierno y un último tramo de campaña muy particular, de trabajo cara a cara por la complejidad de la norma y por la intención de reducir el número de indecisos.
Reuniones en plazas, pequeños actos en barrios, toda la presencia posible en medios y redes, recorridas en ferias, mesas de difusión en la rambla de Montevideo y hasta visitas casa por casa fueron las variantes usadas hasta acá, que sin duda se intensificarán en los pocos días que restan hasta llegar a las urnas.
Los sondeos publicados hasta el momento muestran cierta paridad en los números del Sí y del No, con un esquema que, de alguna manera, replica lo que suele pasar en las elecciones: el Sí, aupado por buena parte de la oposición, es fuerte en Montevideo y las urbes más grandes, y al No, defendido por el oficialismo, le va mejor en el interior.
El 8 de julio de 2020 el Congreso sancionó la Ley de Urgente Consideración (LUC), de 475 artículos, eje de la gestión de Lacalle Pou, un texto que impuso cambios claves en áreas tan diversas como seguridad, salud, educación, energía y derechos laborales.
Entre otras cuestiones, la LUC limita el derecho de huelga, declara ilegítimos a los piquetes en espacios públicos o privados que «afecten la libre circulación de personas, bienes o servicios», establece la figura de la «apariencia delictiva» y aumenta el límite de transacciones en efectivo hasta 100.000 dólares, lo que habilita el lavado de dinero y permite la evasión de impuestos.
Además, elimina la obligación de la educación inicial y recorta las funciones del Estado en el área, crea una modalidad de desalojo exprés de viviendas alquiladas, evita el modelo cooperativo de construcciones de casas, y habilita el cierre y/o la privatización de áreas estratégicas de la petrolera estatal Ancap.
Cuestionamientos
Desde la restauración democrática, en 1985, apenas 13 proyectos de ley fueron enviados al Legislativo con esa declaratoria de urgente consideración: 9 fueron aprobados y 4 rechazados, pero solo 3 de esas iniciativas eran de la categoría «ley ómnibus».
Movimientos sociales, sindicales, cooperativistas, feministas y políticos consideraron que la aprobación se dio con un mecanismo antidemocrático, y cuestionaron 135 artículos, para lo que reunieron, en plena pandemia, cerca de 750.000 firmas para forzar el referendo.
Y apenas validadas las rúbricas y anunciada la fecha de la consulta, se abrió una campaña que incluyó algunas polémicas y que creció en intensidad con el paso de las semanas.
La primera discusión fue porque la Corte Electoral asignó el color celeste -fuertemente internalizado como el color «nacional»- para las boletas del No y el rosado a las del Sí.
Lo poco que resta hasta el referendo será usado por los dos sectores, además de para reforzar el voto propio, para bajar la cifra de indecisos.
El fin de la campaña llega, también, con una curiosidad: el jueves, sobre el cierre mismo del plazo habilitado para hacer campaña, juegan Uruguay y Perú por las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de fútbol de Qatar 2022.
Se da por hecho que el estadio Centenario reflejará esa recta final. El Comando del Sí ya convocó: «Al estadio con rosado para alentar a la selección».
Los sectores del Sí, además, deben pelearle al voto en blanco, históricamente alrededor del 2% o el 3%, porque computa a favor del No. Ese porcentaje, aunque pequeño, en un final ajustado puede ser determinante.
La Comisión Nacional por el Sí viene terminando su campaña «Cuarenta razones en 40 días» para explicar detalladamente los perjuicios que la LUC acarrea en varios temas.
Y reforzó la idea de una campaña «capilar» -el adjetivo que hicieron propio varios de sus dirigentes- para pensar en una tarea de acercamiento personal con cada ciudadano.
Aunque nadie admite abiertamente que buena parte de la definición del voto se resolverá según se tenga simpatía con el Gobierno o con la oposición, todos dan por hecho que existe un enorme porcentaje de «boletas ya definidas» de un lado y del otro.
Voces de un lado y del otro
El senador del Partido Nacional (PN) Gustavo Penades sí se animó a ponerlo en palabras: «Hay un gran porcentaje que va a votar según su preferencia partidaria y otro porcentaje que está desinteresado, que no le importa», admitió.
Para los demás sectores, adelantó, habrá una última semana de parte del oficialismo de «contacto cuerpo a cuerpo, labor mano a mano y presencia intensa en 332 localidades del interior y en el área metropolitana de Montevideo».
Penades destacó que en esta etapa final será «central el rol de diputados y senadores en plena tarea de explicación, porque los promotores del referendo no usan argumentos ciertos, recurren a medias verdades y pretenden confundir. Hasta podemos decir que hacen terrorismo verbal», se quejó.
Del otro lado, el titular de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (Fucvam), Enrique Cal, integrante del Comando del Si, reseñó que existen «actividades todos los días en todos los barrios del país, intentando convencer a los que aún no decidieron».
«Estamos en la etapa final. Seguramente el pueblo va a volver a demostrar su sabiduría y que sabe lo que debe hacer en los momentos claves para cambiar esa barrabasada que es la LUC», señaló Cal.
El martes, los promotores del Sí usarán la cadena oficial de radio y TV para un mensaje de 7 minutos, y un día después el mismo Lacalle Pou será la cara del No en una conferencia de prensa, una decisión que despertó algunos resquemores no solo por la presencia del mandatario -en Uruguay los presidentes no pueden hacer campaña-, sino también porque puede responder la cadena del día anterior en una extensión de tiempo obviamente mayor.
«Hay final abierto. Es posible la victoria del Sí. Será una semana entera de movilización, con el potencial de la militancia, que fue diferencial en este proceso. Respetando los límites de la veda, habrá tarea hasta la misma madrugada del 27, porque hay una demanda importante no solo de información sino también de papeletas», explicó José Olivera, sindicalista docente e integrante del Comando del Sí.
En medio del tironeo por los votos asoman dos sectores curiosos: Bandera Roja, brazo mediático del Partido Comunista Marxista Leninista de Uruguay (PCMLU), sin reconocimiento de la Corte Electoral, llamó a anular el voto; y una organización de ex votantes oficialistas, que anunció la creación del partido Azul y Blanco, propone el voto en blanco, por la «tibieza» del Ejecutivo en algunos temas, mantener la «ideología de género», no haber frenado los juicios a militares y no haber auditado las empresas públicas.