El recrudecimiento de la violencia en La Araucanía al igual que el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia en la actualidad impactan -de manera significativa- en la seguridad alimentaria de Chile, de acuerdo a los gremios agrícolas locales, y se convirtió en una preocupación para el Gobierno de Gabriel Boric.
La combinación del aumento de los precios de insumos básicos para el sector, la escasez de productos y los riesgos gatillados por la violencia en la Macrozona Sur, son elementos que incidirían en las decisiones de sembrar, según advierten gremios agrícolas locales
Cade destacar que en agosto concluirá el proceso de siembras en La Araucanía, región que en la temporada pasada cosechó casi 215 mil hectáreas, mil más que en la anterior, pero que, sin embargo, desde hace un tiempo se vio afectada por el recrudecimiento de la violencia, con aumento de ataques incendiarios, usurpaciones, embanderamientos de predios por parte de comunas radicalizadas, entre otros, actos delictivos.
De acuerdo con datos relevados por la Multigremial de La Araucanía, en 2021 se registraron 267 ataques incendiarios en 14 provincias de la zona, además de las regiones del Biobío y Los Ríos.
En esa línea, al ser una zona rica en diversos cultivos -como trigo harinero, avena, papa, cebada, y remolacha-, y ganadería, La Araucanía adquiere un rol relevante en lo que respecta al abastecimiento y generación de alimentos, en un contexto mundial en el que organismos internacionales alertaron por una posible «catástrofe alimentaria» por el bloqueo de exportaciones producto de la guerra en Ucrania.
La Araucanía, «el granero de Chile»
El presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Cristián Allendes, se refirió -en diálogo con Emol- a la incidencia de los atentados y conflictos que se viven en la Macrozona Sur en la seguridad alimentaria de Chile.
«Podrían llegar a constituir un problema para la seguridad alimentaria porque podrían quedar hectáreas sin sembrarse. Los agricultores, por inseguridad, prefieren no ganar nada ante un riesgo de que, o puedan ser afectados con que les quemen sus cultivos, o que no puedan sembrarlo por no tener seguridad de siembra», explicó.
«Si no hay seguridad policial, especialmente, podría haber una baja aún mayor en la producción de alimentos, que es muy importante para los cultivos y cereales», agregó Allendes.
Incluso, el dirigente del gremio agrícola advirtió que, de prolongarse por seis meses más el conflicto bélico en Europa del Este, la situación alimentaria en Chile «podría alcanzar niveles críticos».
«Si en seis meses más siguen los problemas de alza de costos de todo tipo y Rusia y Ucrania sigue en guerra, sí, ahí podríamos tener algún grado más de problema en la relación a la seguridad alimentaria», alertó.
En tanto, Patricio Santibáñez, presidente de la Multigremial de La Araucanía, coincidió con Allendes: «Sin duda la combinación de un alto precio de los insumos, y la inseguridad, son factores que están incidiendo en la decisión de no sembrar, o hacer siembras más baratas pero con menor expectativas de rendimiento», puntualizó.
Asimismo, recordó que, a la fecha, la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) compró un número significativo de predios -cerca de 230 mil hectáreas-, equivalente a lo que se siembra en toda la región.
«Todos los factores anteriores, algunos más coyunturales otros más permanentes, van configurando una situación que hace muy difícil que la producción de alimentos crezca al menos al ritmo que crece la población», enfatizó Santibáñez.
Caída de la siembra: un 20% en 2022
La Sociedad de Fomento Agrícola de Temuco (Sofo) pronosticó una caída de un 20% de las siembras este año, elevando los riesgos de precios altos en un contexto de escasez global e inflación desatada.
Esto, pese a que el ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, descartó aquel escenario, llamando a evitar generar «visiones apocalípticas».
«Sabemos que tiene que seguir avanzándose en La Araucanía en negociación, solidaridad, recursos, devolución de tierras, y presencia eficiente de las policías para generar convivencia y tranquilidad en el centro sur o en el Wallmapu, pero esto no es generar visiones apocalípticas», sostuvo.
En relación a este tema, Andreas Köbric, secretario ejecutivo de Sofo, planteó que si bien el mundo agrícola «está acostumbrado a navegar en aguas de incertidumbre», lo cierto es que «desde hace ya veinte años, y particularmente desde el año pasado, se ha sumado una incertidumbre adicional que es si voy a poder cosechar y vender lo que yo produzco», afirmó.
«Es una incertidumbre más, un riesgo más que está en nuestros procesos productivos, y que, sin duda, los está mermando», sentenció.
Riesgos
En los últimos años, La Araucanía se convirtió en una suerte de despensa del país, especialmente si se considera que representa cerca del 50% de la producción de trigo en Chile.
De acuerdo a un informe elaborado por la Oficina de Estudios y Políticas Agropecuarias (Odepa), en 2019, el trigo harinero cubría más de 82 mil hectáreas en la región, correspondiente el 45% del total a nivel nacional.
Pero la caída de la oferta mundial de alimentos desde la invasión de Rusia a Ucrania se tradujo en un aumento sustancial de los precios internacionales, que ya venían al alza desde 2021.
De hecho, el valor promedio de los cereales escaló más de un 20% en lo que va del año, según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Además, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reveló en un reciente informe que, en contraste con el alto potencial que presenta la región en cuanto al comercio exterior de alimentos, la zona es fuertemente deficitaria en materia de fertilizantes, considerando que un 78% del abono utilizado en la agricultura son importados.
En ese sentido, Rodrigo Sáens, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Talca, aseguró: «El conflicto que se vive en la Macrozaona Sur ha generado un fuerte desincentivo a la inversión agrícola, y también un significativo aumento en los costos de producción debido, entre otras cosas, a la escasez de mano de obra, por la falta de seguridad».
«Es claro que una escalada de la violencia en la Macrozona Sur podría hacer disminuir la producción nacional de trigo, y aumentar, por tanto, la dependencia que tenemos del trigo importado», apuntó.
«Obviamente que sí queremos aumentar nuestra seguridad alimentaria, y depender menos del trigo importado, una escalada en el conflicto que vive hoy La Araucanía no ayuda», concluyó Sáens.