Amarillos por Chile -un colectivo encabezado por el escritor Cristián Warnken que nació como crítica a la Convención Constitucional, por parte de la elite chilena, y que reúne, principalmente, a figuras de la ex Concertación- emitió un documento en el que le piden al presidente, Gabriel Boric, y a los convencionales «a que se realicen todos los ajustes posibles para que la nueva Carta Magna genere el mayor consenso posible en la ciudadanía».
«Con el borrador de la nueva Constitución en nuestras manos, hoy levantamos una `alerta roja`. Nos parece que este texto dividirá al país en vez de unirlo. Parece más un programa de gobierno de una izquierda radical que una Constitución para todas y todos», sostuvo el movimiento.
El colectivo de Warnken critica especialmente cuatro ítems: un presidencialismo atenuado y bicameralismo asimétrico; estado plurinacional y no intercultural; estado regional y cuasi federal; y la eliminación del Poder Judicial, reduciéndolo frente al Ejecutivo y Legislativo.
Dentro de los firmantes estuvieron nombres vinculados a la Democracia Cristiana como Alejandro Foxley, René Cortázar, Mariana Aylwin (participante de la campaña presidencial de Sebastián Sichel), Carolina Goic y Ximena Rincón (senadoras DC), Gutenberg Martínez, Ignacio Walker y Jorge Burgos, entre otros, y también personalidades como José De Gregorio (ex presidente del Banco Central), Óscar Garretón y Andrés Velasco (ex ministro de Hacienda) o Fulvio Rossi.
Una voz que quiere ser escuchada
Según Amarillos por Chile es «usual que la voz de los amarillos intente ser acallada, y parezca mucho más atractiva la radicalidad y el maximalismo que la prudencia y el realismo. Pero en la voluntad de transformaciones sociales no solo existe el impulso hacia lo imposible (propio de las utopías), nosotros los amarillos sentimos la pasión por lo posible».
Dentro de este contexto, vislumbraron en la Convención Constitucional «un peligro que nos lleve a un callejón sin salida».
«Hoy enfrentamos el peligro de lo que alguien ha llamado `estallido institucional`, cuando se vislumbra la posibilidad de que la Convención Constitucional, en vez de ofrecerle al país una Constitución que nos incluya a todos y ayude a construir un pacto social, nos lleve a un callejón sin salida que empuje a muchos de los que votaron `Apruebo` y quieren que el proceso constitucional resulte, a quedar sin otra opción posible que la de oponer un `No` a una Constitución que no nos represente a todos», explicaron.
Críticas al movimiento
Desde su surgimiento, Amarillos por Chile recibió críticas y el ex ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, fue el primer firmante en desmarcarse, aclarando que nunca fue consultado a unirse al movimiento.
«Me gustaría clarificar que yo fui invitado a firmar una carta que llama a un mayor diálogo en la Convención y nunca se me consultó si adscribía o no a un nuevo movimiento», señaló el encargado de la billetera pública en el segundo mandato de la presidente Michelle Bachelet.
Otro que levantó críticas fue el periodista, economista y académico Jorge Gillies, quien acusó al colectivo «de impulsar un prematuro rechazo a la nueva Constitución para mantener su posición de elite».
«Tengo la impresión que este grupo no tiene otro objetivo que ir preparando el ambiente para el rechazo, en función de mantener sus privilegios. ¡Si tan solo con leer los nombres de algunos de los convocantes -esto no es personal, por cierto- dan ganas de salir arrancando!», sentenció.