El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aseguró que su país está «preparado» para hacerle frente a la variante ómicron de coronavirus, afirmó que «quienes están vacunados no tienen que alarmarse» por esta nueva cepa, y repitió que todos los estadounidenses deben estar inoculados.
«Todos deberíamos estar preocupados por esta nueva cepa, pero quienes están vacunados no tienen que alarmarse por ómicron», sostuvo Biden en un discurso televisado desde la Casa Blanca.
«Estamos preparados para hacerle frente a ómicron. Esto no es marzo de 2020, estamos listos», agregó.
Hay «tres grandes diferencias» con el inicio de la pandemia: «la existencia de las vacunas, la abundancia de equipos de protección individual para el personal de salud que debe lidiar con el flujo de personas sin vacunar en los hospitales, y el saber acumulado sobre el virus», enumeró Biden.
El mandatario advirtió, sin embargo, a quienes no están completamente vacunados que tienen «buenos motivos para estar preocupados» y que es su «deber patriótico inmunizarse».
«Quienes decidan no vacunarse son responsables de sus propias decisiones, pero estas decisiones son alimentadas por la desinformación en la televisión y las redes sociales», se lamentó.
En tal sentido, Biden denunció el comportamiento «inmoral de algunas empresas que generan beneficios al permitir la difusión de mentiras que pueden matar a sus propios clientes».
El presidente alertó, además, que las nuevas variantes de covid-19 pueden causar más muertes que las anteriores.
«Cuanto más tiempo esté el virus, es más probable que se formen nuevas variantes, que pueden ser más mortales que las anteriores», razonó.
Más temprano, la vocera del gobierno, Jen Psaki, había anticipado que el hilo del discurso radicaría en defender las pruebas de diagnóstico, la capacidad de vacunación reforzada y medios suplementarios para los hospitales, pero sin nuevas restricciones antes de Navidad.
«No es necesario confinar nuestras escuelas ni nuestra economía», aseguró un alto responsable de la Casa Blanca antes del discurso presidencial.
La comunidad científica internacional aún no está ciento por ciento segura de si ómicron provoca una enfermedad más severa, pero sí de que las vacunas deberían ofrecer una buena protección contra cuadros clínicos complicados y evitar muertes.
El Gobierno prevé desplegar en hospitales otros 1.000 médicos de las Fuerzas Armadas, así como personal médico federal en algunos de los estados más afectados por el actual pico de invierno: Michigan, Indiana, Wisconsin, Arizona, New Hampshire y Vermont.
También planea enviar a los centros de salud más respiradores y equipos de la reserva nacional, además de aumentar la capacidad de los hospitales para atender a pacientes infectados.
Asimismo, el Gobierno comprará 500 millones de test rápidos de coronavirus -que pueden hacerse las personas en sus domicilios- para todos aquellos que los requieran, a través de una página de internet creada a tal fin. Los test estarán disponibles desde el mes que viene y llegarán a los hogares por correo.
También se abrirán más centros públicos de testeos y de vacunación, con cientos de empleados adicionales.
La nueva variante, una mutación detectada a principios de noviembre en Sudáfrica, fue responsable de 73,2% de los nuevos contagios de covid-19 en Estados Unidos la semana pasada.
Estados Unidos, que ya acumula más de 800.000 muertos por coronavirus -una cifra sin parangón en el mundo-, enfrenta desde hace semanas un aluvión de casos, que ya promedian los 126.000 diarios, 45% más que hace un mes.
Las hospitalizaciones se sitúan alrededor de las 67.000, un 40% más que hace 30 días, y la ocupación de camas en salas de terapia en torno a 78%, y uno de cada cinco internados en ellas tiene covid-19. Las muertes promedian las 1.300, un aumento de 12% comparado con el mes anterior.
«Creo que nadie esperaba que se propagara tan rápidamente», afirmó Biden en su alocución.
«Sé que están cansados, y sé que están frustrados, todos queremos que acabe (la pandemia), pero seguimos inmersos en ello», concluyó.