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Como en Venezuela: argentinos gastan su dinero para «ahorrar»

Acostumbrados a lidiar con una de las inflaciones más altas del mundo y una de las monedas más devaluadas, los argentinos están habituados a desplegar toda una serie de estrategias para hacer rendir sus ingresos mensuales.

En este país, algo tan sencillo como hacer las compras semanales requiere más tácticas que un juego de estrategia.

No es cuestión de agarrar las bolsas o el carrito e ir a la tienda más cercana a buscar lo que se necesita.

No. Acá primero se sientan a planificar qué día ir a qué supermercado para comprar qué producto y así poder aprovechar las mejores ofertas, descuentos y formas de pago que ofrecen desde supermercados y bancos hasta los principales diarios del país.

Pero la aceleración de la inflación en 2022, que ya alcanza el 64% interanual y sigue en aumento, y la rápida depreciación del peso, que perdió un cuarto de su valor contra el dólar en los primeros seis meses del año, ha hecho que los argentinos tengan que agudizar aún más su ingenio a la hora de manejar sus finanzas.

Ahora no solo tienen que pensar cuál es la forma más eficiente de gastar su dinero.

También tienen que descifrar de qué forma resguardar el valor de sus ahorros (si logran tener algún sobrante a fin de mes).

Y es que las formas tradicionales de atesoramiento hoy están limitadas o no son rentables.

Los argentinos tradicionalmente se vuelcan al dólar como moneda de reserva o colocan sus pesos en plazos fijos.

Pero fuertes controles de capital -conocidos aquí como «cepos»- han restringido muchísimo el acceso al billete verde

Hoy no se pueden comprar dólares a su valor oficial (cercano a los 135 pesos). Para adquirir moneda estadounidense hay que pagar tasas del 65%, y lo máximo que se pueden comprar son US$200 por mes (algo solo permitido a quienes cobran en blanco y trabajan para empresas que no recibieron ayuda financiera del Estado durante la pandemia).

Acudir al mercado informal -como hasta ahora era costumbre para muchas personas de clase media o alta- tampoco es una alternativa para la mayoría, debido a la vertiginosa escalada del billete estadounidense, que ya superó la barrera de los$320, una cotización récord que lo hace inaccesible para el común de la gente.

En tanto, con intereses por debajo de la inflación, los plazos fijos resultan poco atractivos y, aunque existen algunos que se ajustan por inflación, hay muchas trabas para acceder a ellos.

Ante este escenario, quienes tienen salarios con «paritarias»(o aumentos por inflación), y pueden llegar a fin de mes con algo de dinero en sus bolsillos, optan crecientemente por hacer algo que, a primera vista, suena como un oxímoron económico: ahorrar gastando.

En vez de comprar dólares o depositar su excedente de pesos en el banco, muchos consideran una mejor inversión usarlos para adquirir productos que duran, desde latas de atún, shampoo y botellas de vino hasta bienes durables como ropa, celulares, electrodomésticos y motocicletas.

Pesos que «queman»

Luis, un pizzero de 35 años, analiza cuidadosamente una vidriera que está llena de máquinas para cortar el pelo en una popular calle comercial de San Fernando, un barrio de clase media en las afueras de Buenos Aires.

Le cuenta a BBC Mundo que planea comprarse una que vale $3.000.

«Prefiero comprarlo ahora antes de que valga $6.000», afirma.

«Es mejor negocio que comprar dólares», razona.

«Se lo conoce como la fuga del consumo», explica el economista Santiago Manoukian de la consultora Ecolatina.

«La gente que tiene pesos intenta sacárselos de encima porque queman, entonces los usan para consumir bienes, en especial los que tienen muchos componentes importados, y así mantienen el valor de su dinero», señaló.

¿Por qué queman los pesos argentinos? Por un lado, por la inflación mensual, que viene oscilando entre el 5% y el 8%, y hace que pierdan valor rápidamente.

Pero también porque la suba tan pronunciada del dólar informal o «blue», que aumentó casi $100 en lo que va de julio y ya cotiza casi 140% por encima del valor del dólar oficial, aumenta las presiones para que haya una devaluación fuerte del peso, aunque las autoridades aseguran que esto no ocurrirá.

Es esa combinación de inflación acelerada y expectativa de devaluación lo que lleva a muchos, como Luis, a adelantar consumos que creen van a estar más caros en el futuro próximo.

«Ahora lo puedo comprar, capaz el mes que viene sale doble y ya no voy a poder llegar», nos dice.

Según Manoukian, «el ahorro y la inversión no son más que sacrificar consumo presente para tener mayor consumo en el futuro. Pero si vos no tenés esa percepción, si el horizonte se te acorta cada vez más, como viene pasando acá, lo más probable es que tomes una actitud de gastar ahora, no gastar después».