Dairo Antonio Úsuga, mejor conocido como Otoniel, el hombre más buscado de toda Colombia y por cuya cabeza la agencia antinarcóticos de Estados Unidos (DEA) ofrecía hasta cinco millones de dólares, fue detenido en un operativo militar y policial conjunto en un rancho cubierto con una carpa de camuflaje en el Cerro de Yokí, cerca de la población de Necoclí, departamento de Antioquia, al noroccidente colombiano.
«Otoniel», un exguerrillero devenido en paramilitar y luego en el principal capo narco del país, será extraditado a Estados Unidos, donde cortes de Florida y de Nueva York lo requieren por delitos de narcóticos, pese a que en Colombia hay 122 órdenes de captura y seis condenas.
Úsuga, de 50 años, es el líder del grupo armado con mayor presencia en Colombia y un actor central del negocio del narcotráfico en ese país, el Clan del Golfo, y por eso el presidente Iván Duque no dudó en viajar al lugar de la detención para informarse de inmediato y dar un mensaje a la nación, junto a parte de su gabinete y los jefes de las fuerzas involucradas en el operativo.
«Esta es la operación más importante de la historia contra el narcotráfico», celebró Duque, rodeado de los titulares de las fuerzas de seguridad y armadas y algunos de sus funcionarios, según la transmisión hecha desde sus redes sociales.
Poco antes, el comandante de las Fuerzas Armadas, el general Luis Fernando Navarro, había contado en el mismo acto que hacía siete años que perseguían a «Otoniel» y que les tomó años entender y conocer toda la operación nacional e internacional del capo narco y del Clan del Golfo, y que la operación militar-policial se planeó hace exactamente ocho días, con asistencia de Estados Unidos y el Reino Unido.
Úsuga, nacido en Turbo, Antioquia, conoció el mundo de la violencia armada en todas sus facetas: fue guerrillero, paramilitar y la cabeza de la organización criminal con mayor presencia en el país.
«Otoniel» inició su camino como miembro de la antigua guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL), grupo marxista leninista que se desmovilizó masivamente en 1991 y cuya disidencia aún opera en el departamento Norte de Santander.
Durante ese mismo año, cuando tenía 19 años, Úsuga se desmovilizó del EPL, para luego entrar a las filas de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), un grupo paramilitar.
Un tiempo después, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el bloque paramilitar más letal y grande que conoció el país, absorbieron a las ACCU y el joven se incorporó a sus filas y pronto se involucró en el negocio de las extorsiones y el lavado de activos.
En 2005, Úsuga se desmovilizó, de nuevo, en el proceso negociado por el entonces presidente Álvaro Uribe con las AUC. Entregó su arma y hasta suscribió una carta dirigida al Alto Comisionado para la Paz, en la sostuvo que estaba dispuesto a postularse a los beneficios que ofrece la Ley de Justicia y Paz, para recibir penas máximas de ocho años de prisión.
Sin embargo, al año siguiente, ya con 34 años, decidió que no quería seguir en el proceso de desmovilización de los paramilitares -que incluía confesar sus crímenes y entregar los bienes apropiados por la fuerza- y cofundó un grupo armado conocido como Los Urabeños, que se fue asentando en la Costa Caribe, en la Costa Pacífica y en la región Andina de Colombia.
Con el tiempo y con la muerte o arresto de sus aliados, «Otoniel» fue ganando poder y protagonismo hasta convertirse en 2012 el único líder de lo que para entonces ya era conocido como el Clan del Golfo o las Autodefensas Gaitanistas de Colombia.
Desde entonces, acumuló más de un centenar de procesos judiciales en la Justicia colombiana y la Interpol lo buscaba con circular roja.
Según el Gobierno colombiano, el Clan del Golfo es responsable del envío de toneladas de cocaína a Estados Unidos, así como de montar una red criminal dedicada a cobrar extorsiones a empresarios y comerciantes en la región de Urabá, fronteriza con Panamá, y en la Costa Atlántica principalmente.
También se le acusa de asesinar a numerosos policías y líderes sociales como parte de su estrategia de terror en las zonas en las que opera su grupo armado.
Su principal fuente de financiamiento proviene del narcotráfico, una red en la que trabaja conjuntamente con el Cartel de Sinaloa y su rival, el cartel Jalisco Nueva Generación. Adicionalmente recibe millonarios ingresos de la minería ilegal y de la práctica de extorsiones.