La policía de Canadá despejó el puente Ambassador -fronterizo con Estados Unidos- bloqueado desde hacía varios días por manifestantes contra las restricciones sanitarias destinadas a combatir la propagación del coronavirus, pero las protestas continúan en buena parte del país, incluida la capital Ottawa.
Un nutrido contingente de policías se desplegó en los alrededores del puente Ambassador, arrestó a manifestantes, remolcó vehículos y despejó la ruta.
Dicho puente une la ciudad canadiense de Windsor, en la provincia de Ontario, con la estadounidense Detroit, en el estado Michigan, y es el paso fronterizo más transitado entre ambos países.
«No habrá tolerancia para la actividad ilegal», había advertido la policía de Windsor y pidió a la gente que evitara el área.
Más de 40.000 viajeros y camiones con mercaderías valuadas en 323 millones de dólares en promedio pasan por ese puente todos los días.
El operativo de desalojo se puso en marcha en virtud de una decisión del Tribunal Superior de Ontario, que ordenó asegurar la libre circulación por ese cruce y poner fin a un bloqueo que empujó a Washington a intervenir ante el gobierno canadiense, ya que generó trastornos en la industria automotriz en ambos lados de la frontera.
La protesta en Canadá comenzó a fines de enero en Ottawa y está motorizada por camioneros que se oponen a tener que vacunarse contra el Covid-19, testearse o aislarse para poder cruzar la frontera con Estados Unidos.
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Las movilizaciones en Canadá inspiraron iniciativas similares en otros países
En Francia, la policía de París tuiteó que mantenía «el dispositivo este domingo» para impedir que los manifestantes, procedentes de todo el país, bloquearan la ciudad en su denominada protesta de «caravanas de la libertad».
Unos 300 vehículos con banderas francesas se plantaron en el estacionamiento de un centro comercial en las afueras de Lille, una ciudad cercana a la frontera con Bélgica.
«Iremos a Bruselas para intentar bloquear, para luchar contra esta política de control permanente», manifestó Jean-Pierre Schmit, un desempleado de 58 años de Toulouse, que se movilizó en París.
Unos 7.500 miembros de las fuerzas de seguridad francesas estaban movilizados, desde el viernes y hasta hoy, para cuando está previsto que las marchan lleguen a Bruselas, sede de muchas de las instituciones de la Unión Europea (UE).
En tanto, las autoridades belgas ya prohibieron cualquier manifestación motorizada para evitar «un bloqueo» de la ciudad.
A dos meses de las elecciones presidenciales en Francia, los manifestantes exigen la eliminación de la obligatoriedad del certificado de vacunas, que solo permite a las personas inmunizadas entrar en restaurantes, cines y otros comercios, y que el gobierno adelantó que quiere suprimirlo para abril.
Protestas similares hubo en Países Bajos, Australia y Nueva Zelanda. En este último país, manifestantes antivacunas acamparon frente a la sede del Parlamento, en Wellington, a pesar del paso de un ciclón con vientos de hasta 130 kilómetros por hora, que causó apagones y evacuaciones en el país.
El viceprimer ministro, Grant Robertson, sostuvo que había un «elemento triste» en la protesta en la ciudad capital de Wellington.
«Todo neozelandés tiene el derecho de protestar pacíficamente, el problema es que fueron mucho más allá de eso», comentó.
«Encuentro que la retórica de estas protestas es preocupante., hay un elemento triste, hay un elemento de teoría conspirativa que absorbió a la gente», sentenció Robertson.