Estación Espacial Internacional caerá a la Tierra en 2031

La Estación Espacial Internacional es una estación modular ubicada en la órbita terrestre baja. Es tan grande como un campo de fútbol, mide aproximadamente 100 m de largo y 80 m de ancho

La Estación Espacial Internacional (EEI), después de 24 años, dejará de funcionar en 2031 y para evitar que quede suspendida como basura espacial, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), planteó la posibilidad de estrellarla contra la tierra, sumergiéndola específicamente en las profundidades del océano Pacífico, a inicios de la próxima década.

En un informe publicado por la NASA, se evidencia que la Estación Espacial Internacional se estrellará contra Punto Nemo, un lugar con escasa actividad biológica, el cual es conocido como el cementerio de las naves espaciales y satélites, y que está ubicado a 4.800 kilómetros de la costa de Nueva Zelanda y a 3.200 al norte de la Antártida.

La EEI es un proyecto en el que participan cinco agencias espaciales del mundo, entre ellas la NASA (Estados Unidos), Roscosmos (Rusia), JAXA (Japón), ESA (España) y CSA (Canadá).

Esta estación espacial modular estuvo en órbita desde 1998 y fue tripulada continuamente desde el año 2000. Con ella se llevaron a cabo más de 3.000 investigaciones en su laboratorio de microgravedad.

La EEI cumplió con mucho éxito su misión de investigar más allá de la atmósfera. Y en ese sentido, según explica el informe, está entrando en su tercera y más productiva década en lo que se refiere a investigación, valor comercial y asociación global.

 

Turismo espacial

La NASA aseguró que el plan para retirar la EEI marcó una transición al sector comercial para actividades en el área del espacio cercano a la Tierra.

«El sector privado es técnica y financieramente capaz de desarrollar y operar destinos comerciales de órbita terrestre baja, con la asistencia de la NASA», explicó Phil McAlister, director de espacio comercial en la sede de la agencia.

Respecto a esto, empresarios particulares de Blue Origin y SpaceX tienen puesta la mirada en las estrellas, los cuales se disputan el lugar para ver quién estará encabezando las misiones espaciales comerciales.

La EEI continuará cruzando los cielos hasta el 2031, cuando se le hará descansar de sus servicios muy probablemente en el Punto Nemo, el más aislado respecto de tierras, en el Océano Pacífico.

En este contexto, el hecho de que las agencias gubernamentales reconozcan la importancia en el ámbito comercial de la EEI no es insignificante. Por el contrario, refleja la necesidad global de un lugar más apto para las visitas espaciales, incluyendo el turismo espacial.

Sin embargo, esta renovación no se limita solo a la Estación Espacial Internacional en 2031, ya que algo similar ocurrió con el Telescopio Hubble, su ciclo llegó a término tras el lanzamiento del Telescopio James Webb en diciembre de 2021.

Hoy, este dispositivo nuevo promete revelar imágenes del espacio profundo, hasta los rincones inexplorados del universo.

Así es que solo les restan 8 años a las agencias participantes para afinar los detalles del destino del laboratorio espacial y, de esa forma, choque en la Tierra de una manera segura, eficaz y que cause el menor daño posible para la vida en el planeta.

 

Mejores prácticas

La basura espacial, como los viejos satélites, vuelve a entrar en la atmósfera terrestre a diario, aunque la mayor parte pasa desapercibida porque se quema mucho antes de tocar el suelo.

Solo los desechos espaciales más grandes, como naves espaciales y piezas de cohetes, representan un riesgo muy pequeño para los humanos y la infraestructura en tierra.

Las agencias espaciales y los operadores deben planificar con mucha anticipación para asegurarse de que caiga a la Tierra en este lejano océano.

En el caso de la EEI, la NASA adelantó que comenzará las maniobras para prepararse para salir de órbita a partir de 2026, reduciendo la altitud del laboratorio espacial, y se espera que se estrelle contra la Tierra en 2031. Los tiempos exactos dependerán de la actividad del ciclo solar y su efecto en la atmósfera terrestre.

Holger Krag, jefe de la Oficina del Programa de Seguridad Espacial en la Agencia Espacial Europea, admitió que «un problema mayor que la nave espacial que termina en el Punto Nemo son los trozos de cohetes de metal y las naves espaciales que hacen lo que se conoce como un reingreso incontrolado a la atmósfera terrestre».

En junio de 2021, la NASA criticó a China por no «cumplir con los estándares responsables después de que los escombros de su cohete Gran Marcha 5B fuera de control se hundieron en el Océano Índico».

«Las naciones que realizan actividades espaciales deben minimizar los riesgos para las personas y las propiedades en la Tierra de los reingresos de objetos espaciales y maximizar la transparencia con respecto a esas operaciones», afirmó el administrador de la NASA, Bill Nelson, en ese momento.

El cohete, que medía unos 33 metros de alto y pesaba casi 18.000 kilos, había puesto en órbita una parte de una nueva estación espacial china el 29 de abril.

Después de que se agotó el combustible, se dejó que el cohete se precipitara por el espacio sin control hasta que la gravedad de la Tierra lo arrastró de vuelta al suelo.

Krag señaló que, en promedio, entre 100 y 200 toneladas de basura espacial vuelven a entrar en la atmósfera de la Tierra de forma descontrolada cada año, pero la mayoría de los expertos espaciales consideran que el reingreso es el resultado más deseable para la basura espacial.

La gran mayoría permanece sobre nosotros donde puede chocar con satélites en funcionamiento, crear más basura y amenazar la vida humana en naves espaciales tripuladas.

Hay al menos 26.000 piezas de basura espacial en órbita alrededor de la Tierra que son del tamaño de una pelota de béisbol o más grandes y podrían destruir un satélite en caso de impacto.

Más de 500.000 del tamaño de una canica lo suficientemente grande como para causar daños a naves espaciales o satélites; y más de 100 millones de piezas de escombros del tamaño de un grano de sal que podrían perforar un traje espacial, según un informe de la NASA emitido el año pasado.