La candidata opositora de izquierda Xiomara Castro, del partido Libertad y Refundación (Libre), se imponía con el 53,52% de los votos sobre el candidato oficialista, Nasry Asfuraue Asfura, del Partido Nacional (PN), con el 33,95%, en las elecciones presidenciales celebradas ayer en Honduras, cuando se lleva escrutado el 42% del padrón.
Así lo informó el Consejo Nacional Electoral (CNE) en un comunicado que ubica en tercer lugar al aspirante del Partido Liberal, Yani Rosenthal, con 9,20%.
De confirmarse la tendencia, la esposa del derrocado presidente Manuel Zelaya (2006-2009), se convertirá, a sus 62 años, en la primera mujer en gobernar Honduras.
El derrocamiento de Zelaya inauguró el «ciclo de golpes blandos» en América latina, que después se repitió en Paraguay, Brasil y Bolivia y amenazó con concretarse en varios países con Gobiernos progresistas de la región.
Castro y Asfura se declararon anoche vencedores, a pesar de las órdenes del CNE a los partidos políticos de esperar los resultados oficiales.
«¡Buenas noches, ganamos!», aseveró Castro en una aparición pública frente a sus simpatizantes, y prometió un «Gobierno de reconciliación».
«Tiendo la mano a mis opositores porque no tengo enemigos, llamaré a un diálogo (…) con todos los sectores de Honduras», aseguró.
En Tegucigalpa, la capital, se lanzaban fuegos artificiales, mientras que caravanas de simpatizantes de Castro recorrían las calles en varias ciudades del país.
«Cuando las actas entren a la capital se va a demostrar que el Partido Nacional con ‘Tito’ Asfura ha ganado una vez más el proceso electoral», comentó el dirigente y candidato a diputado, Jorge Zelaya.
Asfura, de 63 años y actual alcalde de Tegucigalpa, también llegó a estos comicios como favorito. Fue apoyado por un partido sólidamente organizado y las oportunas entregas de bonos del Gobierno a familias vulnerables.
No obstante, «ningún candidato o candidata se puede declarar ganador hasta que se procese la última acta», advirtió el presidente del CNE, Kelvin Aguirre, en conferencia de prensa.
Aguirre habló de una participación «histórica» del 62% de los electores: 3,2 millones de ciudadanos acudieron a sufragar en unos comicios sin balotaje.
El ganador sustituirá al presidente Juan Orlando Hernández, del PN, quien gobernó por dos períodos consecutivos y culmina su mandato en medio de acusaciones de narcotráfico desde Estados Unidos.
La o el presidente electo deberá asumir un país golpeado por la violencia de las pandillas, el narcotráfico y dos feroces huracanes que en 2020 arrasaron la nación, donde el 59% de sus 10 millones de habitantes vive en la pobreza.
El desempleo pasó de 5,7% en 2019 a 10,9% en 2020, en gran parte debido a la pandemia del coronavirus. Todo ello empuja a miles de sus ciudadanos a tratar de migrar irregularmente a Estados Unidos en busca de trabajo.
En estos comicios también se eligen a 128 diputados, 298 alcaldes y 20 representantes del Parlamento Centroamericano.
Los días previos a las elecciones revivieron los temores de un posible fraude, denunciado por la oposición en 2017.
Durante la campaña fueron asesinadas al menos 31 personas vinculadas a los comicios, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional. Esto hizo temer incidentes si una de las partes desconocía los resultados. Ambos postulantes llamaron a votar en paz.