Las Fintech, las nuevas aplicaciones, procesos, productos o modelos de negocios en la industria de los servicios financieros puestos a disposición del público vía Internet, están pleno auge en América Latina y ya generan conflictos con las bancas tradicionales, tal como ocurrió en Argentina, Brasil y Chile.
En América Latina ya existen 1.524 instituciones que ofrecen servicios financieros digitales, más conocidas como fintechs, según el estudio desarrollado por Finnovista, la consultora de innovación y startups.
Por ejemplo, en Argentina recientemente hubo un conflicto entre la banca tradicional y la fintech cuando en julio de este año la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) y la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba) le escribieron una carta al Banco Central solicitando «mayor control a las startups financieras, a través de la restricción de transferencias entre las cuentas bancarias (CBU) y digitales (CVU)».
Los bancos privados sostuvieron que existe evidencia de fraude: «La interoperabilidad de alguna manera facilitó la concreción de ilícitos vinculados a estas empresas que brindan diferentes servicios financieros», aseguraron.
Las compañías que ofrecen el servicio de billeteras digitales -actualmente existen más de 14 millones de cuentas virtuales en el país-, como Mercado Pago, el brazo financiero del gigante Mercado Libre, la mayor billetera electrónica de la región, respondieron que la petición es anticompetitiva.
En tanto, en Brasil, Nubank, el neobanco más valioso mundo, con US$ 30.000 millones en valuación, y Ebanx, que anunció una mega ronda de US$ 430 millones, previa a su salida a la bolsa en Estados Unidos, son cada vez más poderosas.
Durante septiembre, las calles y la red social LinkedIn fueron el campo de batalla entre la banca tradicional y las fintechs brasileñas. El primer golpe lo dio el brazo financiero de Mercado Libre en Brasil, Mercado Pago, cuando decidió colocar a una persona disfrazada de dinosaurio en frente de algunas agencias bancarias, en clara alusión a que son lentas, grandes y antiguas.
Ante la provocación, en un post de LinkedIn, la Federación Brasileña de Bancos (Febraban) respondió: «Zetta, ¿quieres hablar de la ‘verdad’? Tú no lo dices a nadie, ¡pero nosotros sí lo decimos!» seguido por una serie de acusaciones de que las grandes fintechs, como Nubank, se benefician de ventajas impositivas y en regulación, como tampoco requieren seguir las mismas reglas de contratación que los bancos tradicionales, pese a que «tienen la cara, porte, productos y hasta nombre de banco».
Por último, en Chile el conflicto se dio en una dimensión diferente a los casos anteriores: en vez de instituciones financieras versus startups, los protagonistas fueron los grandes retailers del país.
La Asociación de Empresas de Innovación Financiera de Chile (FinteChile) presentó en julio una denuncia ante la Fiscalía Nacional Económico (FNE) acusando a las compañías como Walmart, Tottus, Unimarc, Jumbo y Santa Isabel de no estar aceptando tarjetas prepago emitidas por los emprendimientos.
Ante la acusación, la cadena de supermercados Walmart Chile respondió que no había percibido interés de los clientes por utilizar tarjetas prepago y que, además, este medio de pago estaría asociado a un aumento de costo de los productos, ya que las tarjetas prepago tienen un costo «desproporcionado e injustificado» por encima del estándar internacional.
Otro ejemplo del conflicto entre la fintech y actores tradicionales estuvo protagonizado por la institución estatal Banco Estado, que bloqueó las conexiones de las fintechs Khipu, Floid, Fintonic y ETPay, argumentando que no tenían el nuevo estándar de ciberseguridad del banco y significaban un riesgo de fraude a sus clientes.