Cientos de manifestantes el reciente fin de semana instaron al Congreso de Perú, dominado por la oposición derechista, a que destituya al presidente izquierdista Pedro Castillo y que llame a realizar nuevas elecciones, durante una marcha convocada en Lima.
Bajo la consigna «¡Vacancia y Nuevas Elecciones!», la marcha buscó presionar al parlamento a votar a favor de la admisión a debate de una moción presentada el jueves que puede derivar en la destitución del mandatario apelando a un mecanismo constitucional.
«Democracia o comunismo» se leía en una de las banderolas de los manifestantes, arenga que refleja, según ellos, el dilema que Perú enfrenta si Castillo sigue en el poder hasta cumplir su mandato en 2026.
Parte de los asistentes vestía remeras de la selección peruana de fútbol y otros unas de color celeste con la inscripción Renovación Popular, del partido ultraconservador organizador de la protesta.
Un grupo de choque ultraderechista, provisto de palos y escudos de madera, protagonizó una gresca con la policía en su intento de llegar hasta el Palacio Presidencial.
La marcha llegó a ocupar al menos cinco cuadras compactas en su recorrido por avenidas de Lima y fue una de las más nutridas realizadas en la capital peruana a favor de la remoción de Castillo desde que estas se iniciaron hace cuatro meses.
El Congreso tiene previsto discutir la admisión a debate del pedido de destitución el 7 de diciembre.
Pero la admisión por el pleno del parlamento no está garantizada, ya que este paso requiere el 40% de votos a favor entre los legisladores asistentes. Y para remover a un presidente se necesitan los votos de al menos 87 de los 130 congresistas.
La moción fue firmada por parlamentarios de Avanza País, Fuerza Popular y Renovación Popular, que representan un tercio del Parlamento con 43 votos. Se alega «incapacidad moral» del presidente para ejercer sus funciones.
Castillo, quien es objeto de críticas que le acusan de falta de rumbo y señalan sus constantes crisis ministeriales porque en 120 días de gestión cambió a una docena de ministros y enfrenta divisiones en la coalición que lo respalda, sostuvo el viernes que la derecha peruana «insiste en negar el mandato electoral y solo se ha dedicado a socavar la institucionalidad y desestabilizar el país».
La desaprobación a su gestión llegó a 57%, según un sondeo de Ipsos difundido el 14 de noviembre.
La victoria de Castillo levantó temores en parte de los peruanos de un giro brusco hacia el socialismo tras décadas de políticas liberales.