El británico Paul McCartney, el talento musical dentro de Los Beatles, responsable del más extenso catálogo de la música popular contemporánea -gran parte de él en sociedad con John Lennon- y dueño de una asombrosa capacidad interpretativa gracias a sus dotes naturales para dominar diversos instrumentos, cumplirá mañana 80 años, dos días después de cerrar su gira «Got Back» por Estados Unidos.
Es que lejos de descansar en el mito que supone el hecho de ser un pilar fundamental sobre la que se erige la música popular moderna, esta leyenda británica sigue sumando páginas asombrosas en cada nueva producción y girando por todo el mundo, en shows en donde obviamente también es principal guarda y difusor del maravilloso e inagotable legado beatle.
«Yesterday», «Penny Lane», «Hey Jude», «Michelle», «Let It Be», «Lady Madonna», «Eleanor Rigby», «Paperback Writer» conforman apenas una ínfima proporción de los innumerables clásicos que creó en su etapa con Los Beatles; en tanto que «Maybe I’m Amazed», «Live and Let Die», «Band on the Run», «Jet», «My Love», «Coming Up» y «Pipes of Peace», entre otros, se fueron sumando en los años posteriores, para constituir un abrumador repertorio.
Pero no se trata solo de un puñado de composiciones que fueron sucesos en ventas y acapararon los primeros puestos en los rankings, sino que reformularon todos los conceptos de la música popular contemporánea y marcaron un nuevo rumbo cultural.
Los enormes cambios experimentados en la década del ´60 están estrechamente asociados a Los Beatles y sus canciones fueron motores y, a la vez, banda sonora de ellos.
Acaso Paul no haya pensado precisamente en cambiar el mundo cuando se volcó a la música, como sí probablemente se le puede haber cruzado por la mente a su camarada John; pero lo que sí tuvo en claro fue que quería ser un compositor profesional. Su natural talento para la música, su capacidad receptiva y su entrega al trabajo iban a ser sus armas.
«Además de ser un compositor genial, tiene la característica de utilizar las influencias que existían de los grandes compositores antiguos y llevarlo a la música pop. Entonces crea una música fácil de entender, de reconocer para el oído común, pero a su vez con una gran calidad compositiva. Tiene esa antena para detectar lo que la gente puede entender», coinciden numerosos artistas.
«Sus temas parecen muy simples pero cuando los estudias y descubrís las vueltitas que les da, que muchas veces son intuitivas, te das cuenta qué estatura tiene como compositor. Y funcionan increíblemente. `Here, There and Everywhere´, por ejemplo, podría ser una composición de Mozart», añaden.
Paul creció en medio de standards de jazz, la música de la postguerra que incluía operetas y canciones alemanas; pero que también tenía inquietudes que lo llevaron a indagar en la música clásica.
«Es un tipo que siempre hace unos arreglos muy delicados y no se repite. Si hay dos estrofas seguidas que aparentemente son iguales en estructuras, él siempre las va a tocar diferentes, o va a tocar una nota distinta en el bajo, o va a hacer un fraseo distinto con la voz, o le va a cambiar algo. Es todo el tiempo arreglos, detalles, y eso es lo que lo hace tan maravilloso», aportan otros músicos.
Y continúan: «Siempre encontramos esas delicias musicales -acotan-, como que hace alguna inversión en el bajo, o cosas así. Hay que estar muy atentos a los arreglos. Sin dudas es un referente insoslayable de la música del siglo XX y XXI»,
«Cierra perfectamente las canciones y, sin embargo, en algunas partes produce deslizamientos armónicos a estructuras que parecieran que van en un sentido con lo que la oreja tiene acostumbramiento, de acuerdo a ciertas estructuras de la armonía, sobre todo a nivel occidental. En algún momento de la canción genera una bisagra, un cambio, y eso está en casi todas sus canciones», señaló.
Pero además de su gran aporte compositivo, Paul también propuso un replanteo en el rol del bajo en las bandas de rock a partir de la creación de líneas melódicas paralelas a la tonada principal.
Más allá de todo lo que pueda decirse, lo cierto es que desde un primer momento Paul no dejó las cosas libradas solamente a su talento natural y aplicó siempre una buena dosis de obsesivo trabajo que, hasta el día de hoy, mantiene.
También es realidad que el eterno beatle es de esa clase de seres que vive permanentemente conectado a la música, al punto que si no está tocando algún instrumento, seguramente está tarareando alguna canción, según coinciden sus biógrafos. Por eso, no es extraño que al final de cada gira o de cada producción ya esté pensando en el siguiente paso.