Eso significa que es más caro comprar dólares en los países que usan pesos, euros o cualquier otra divisa distinta al billete verde. Al depreciarse las monedas locales, aumenta el precio de muchos productos importados como, por ejemplo, los electrónicos.
Que la moneda de un país se deprecie contribuye a que suba la inflación y encarece el pago de las deudas en dólares contraídas por empresas o gobiernos, una situación que puede generar presiones fiscales en las economías que vaciaron sus arcas para enfrentar la pandemia y actualmente tienen muy poco presupuesto.
El índice DXY, que mide el valor del dólar estadounidense frente a un promedio de otras seis monedas importantes, incluidos el euro, la libra y el yen, ha subido un 15% en 2022. Según esta medida, el dólar está en su punto más alto en 20 años.