‘Argentina sin Cristina’ fue otra de las consignas entonadas por los manifestantes, en alusión a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, líder de un sector de centroizquierda del gobierno del presidente peronista Alberto Fernández.
La también titular del Senado y expresidenta dos veces entre 2007 y 2015, mantiene una pugna con Fernández, en especial sobre cómo enfrentar una inflación anual que supera el 65 por ciento, una de las mayores del mundo, y una caída del poder adquisitivo de los trabajadores y la clase media que provocó en 2021 una derrota del oficialismo en las elecciones legislativas de medio término.
Las masivas protestas, convocadas por redes sociales bajo lo que se denominó ‘El argentinazo’, tuvieron como epicentro Buenos Aires. La seguridad de la Casa Rosada, sede del Poder Ejecutivo, se tuvo que reforzar por la tensión entre los manifestantes y la Policía.
La masiva salida a las calles fue el desenlace de una agitada semana en la que los argentinos tuvieron que correr a los supermercados, panaderías, centros comerciales o a donde pudieran ir para abastecerse rápidamente.
El sábado anterior había caído una bomba política: Martín Guzmán, el ministro de Economía, había renunciado repentinamente. Y los argentinos, acostumbrados desde hace mucho tiempo al caos financiero, sabían que la crisis actual estaba a punto de empeorar.
Entonces, antes de que el peso pudiera desplomarse cuando los mercados reabrieran y de que los minoristas pudieran subir los precios, querían comprar lo esencial lo antes posible.
Se convirtió en una carrera contra la inflación. Justamente, el tipo de cambio paralelo de Argentina, libre de los estrictos controles de divisas del Gobierno, cayó 17 por ciento en lo que va de la semana, lo que llevó a los dueños de tiendas a publicar letreros anunciando un recargo del 20 por ciento en todos los precios listados.
Los precios de los colchones y las bicicletas subieron un 18 por ciento en solo una semana, mientras que los televisores ahora cuestan un 13 por ciento más y los precios de los celulares aumentaron un 8 por ciento, según datos de alta frecuencia analizados por la consultora Ecolatina.
Eso se suma a que el país ya enfrenta faltantes de papel higiénico y otros rubros de perfumería y limpieza, frenados por las restricciones a las importaciones. A los fabricantes de café se les redujo el cupo de importación y por eso advirtieron que peligra el abastecimiento, fijado para un máximo de 60 o 70 días.
El escenario induce a pensar en que la perenne espiral inflacionaria está entrando en una vertiginosa fase que aumentará la presión sobre el asediado presidente Fernández y causará más dificultades a una población que lleva años perdiendo poder adquisitivo. Guzmán, aunque no era el favorito de Wall Street, era visto como el garante del tenue y crucial pacto financiero del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar un préstamo de más de 40.000 millones de dólares.
Las reservas de divisas fuertes del país están disminuyendo; sus bonos extranjeros, que acaban de reestructurarse en 2020 después de un tercer default de pago en este siglo, se cotizan a solo 20 centavos por dólar, y la brecha entre el tipo de cambio paralelo –a 295 pesos por dólar– y el tipo de cambio oficial –a 127 pesos por dólar– se disparó a niveles no vistos desde el último pánico devaluatorio de 2020.
Fuente: El Tiempo
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