Recientemente la minera Barrick presentó el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) a las autoridades chilenas a la espera de aprobación para cerrar el proyecto Pascua; a partir de allí surgieron algunas dudas sobre cuál es el estatus del proyecto, cuánto avanzó y su impacto en el medio ambiente.
Pascua – Lama es un proyecto minero que se implementaría al sur del desierto de Atacama en la frontera entre Chile y Argentina el cual era liderado por Barrick Gold, una de las mayores empresas mineras del mundo. El proyecto, que buscaba extraer minerales en dicho territorio, está en proceso de cierre luego de que un fallo de la Corte Suprema de Chile ratificara el cierre ordenado por un tribunal ambiental.
Aunque algunas organizaciones políticas y ambientalistas han denunciado un «daño ambiental en la zona», el proyecto nunca logró implementarse y solo se ejecutó menos del 1% del botadero. De hecho, la empresa nunca extrajo oro. Ahora, de acuerdo con la prensa local, la empresa y las comunidades estarían buscando acuerdos para volver a tener el Valle de Huasco en su estado natural.
No hubo movilización ni daños de glaciares
Quienes protestaban contra el proyecto minero sostienen que implicó la retirada de 20 hectáreas de hielo; sin embargo, las aprobaciones del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) y el Informe de Impacto Ambiental (IIA) tanto en Chile como en Argentina no permiten que esto suceda, y Barrick llegó a confirmar que no tenía planes de mover hielo o glaciares porque sería una violación de los permisos otorgados por las autoridades pertinentes.
En 2015, un tribunal ambiental chileno declaró que el polémico proyecto aurífero Pascua-Lama, no ha dañado los glaciares ubicados en la zona de desarrollo del yacimiento.
De hecho, en una reciente entrevista, Marcelo Álvarez, director de Asuntos Gubernamentales de Barrick Sudamérica, explicó a CNN Chile que nunca se removieron glaciares y las aguas provenientes de ellos nunca se vieron afectadas.
«Es importante aclarar que las aguas del flujo de los glaciares nunca se vieron afectadas y están canalizadas directamente al río (…) los glaciares nunca fueron intervenidos ni afectados», agregó.
El agua: ¿un problema?
Conforme a los requisitos estipulados por las autoridades, la empresa está obligada a mantener la calidad de agua establecida en la línea base y debe ser monitoreada para mantener los estándares que se aplican en Chile para el agua potable.
Los opositores al proyecto sostienen que se afectó el suministro de agua de los 70.000 agricultores del valle de Huasco, con la liberación de algunas sustancias tóxicas. Sin embargo, con este cierre se espera restituir las aguas a su cauce y flujo natural que tendría bajo las condiciones actuales sin generar impacto sobre el agua hasta alcanzar la calidad esperada.
«Nosotros venimos monitoreando hace más de 10 años la calidad de las aguas y estamos tranquilos desde el punto de vista técnico que podemos lograr una restitución que genere tranquilidad en las comunidades», explicó Álvarez quien aclaró que es un proceso que tardará aproximadamente 10 años.
Fuente: CNN