Estados Unidos comenzó a flexibilizar su política externa hacia dos de sus mayores antagonistas latinoamericanos, Cuba y Venezuela, después de insistir por muchos años con sanciones, reproches y presión extrema.
Washington anunció por separado esta semana que aliviaría sus restricciones para viajes y remesas a Cuba, así como para las negociaciones de Chevron la principal petrolera estadounidense en Venezuela.
No obstante, las medidas son limitadas y están muy lejos de suponer una normalización de las relaciones de Estados con los gobiernos de Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro, respectivamente.
Pero es evidente el giro que la Casa Blanca busca darle a la estrategia de mano dura diseñada por el anterior presidente Donald Trump para los dos países latinoamericanos.
Una cumbre polémica
Estados Unidos realizó los anuncios mientras se prepara para organizar la IX Cumbre de las Américas, que se llevará a cabo del 6 al 10 de junio próximo en la ciudad de Los Ángeles.
La antesala del cónclave está signada por pugnas y un riesgo de boicot de algunos presidentes por la probable exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, países a los que Washington dejaría fuera por considerarlos autocráticos.
En tal sentido, el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, condicionó su asistencia al encuentro a la participación de esas tres naciones, una postura que también asumió su homólogo boliviano, Luis Arce.
Otros gobiernos latinoamericanos cuyos presidentes prevén asistir a la cumbre, como Argentina, Chile y Honduras, también pidieron que todos los países de la región sean invitados.
Estados Unidos respondió que aún debe tomar la decisión final sobre los invitados y abrió un diálogo con López Obrador sobre su reclamo.
En el gobierno de Biden niegan que esta polémica por la cumbre tenga alguna relación con los cambios de política hacia Cuba y Venezuela.
«El momento de esto diría que está completamente separado de lo que ha dicho el presidente mexicano respecto a Cuba», sostuvo un alto funcionario de la Casa Blanca al explicar el alivio de sanciones a Venezuela.
El funcionario afirmó que las medidas, que incluyen una autorización «limitada» a la petrolera estadounidense Chevron para negociar posibles actividades futuras con Venezuela, buscan respaldar un reinicio del diálogo entre el gobierno de Nicolás Maduro y sus opositores.
Señaló además que Estados Unidos lleva meses preparando su nueva política hacia Cuba, que autoriza vuelos comerciales a ciudades de la isla más allá de La Habana y suspende el límite de US$1.000 por trimestre a las remesas.
Sin embargo, algunos analistas observan un vinculo claro entre estos cambios y las críticas de la región a la Cumbre de las Américas.
«Es una muestra de que la administración Biden no quiere llegar a la cumbre con las manos vacías», explicó Cynthia Arnson, directora del programa latinoamericano del Wilson Center, un centro de análisis independiente en Washington, a BBC Mundo.
El objetivo de la Casa Blanca es mostrar diferencias con el gobierno de Trump en las políticas sobre Cuba, Venezuela y la migración, en medio de las dudas sobre los compromisos que se lograrán en la cumbre.
De hecho, muchos anticipaban que Biden aliviaría las restricciones impuestas por Trump a Cuba y Venezuela poco después de asumir en enero de 2020, pero diferentes razones demoraron el cambio.
No habría vuelta atrás para Cuba y Venezuela
En esto pesan razones de política doméstica: la presencia de autoridades cubanas o venezolanas en Estados Unidos provocaría rechazos internos a meses de las elecciones de mitad de período en noviembre.
Los cambios anunciados esta semana por Washington fueron criticados no solo por opositores republicanos, sino también por demócratas como Bob Menéndez, quien preside el poderoso comité de Relaciones Exteriores del Senado.
«Darle a Maduro un puñado de dádivas inmerecidas solo para que su régimen prometa sentarse a negociar es una estrategia destinada al fracaso», sostuvo Menéndez en un comunicado.
Un alto funcionario del gobierno de Biden, no obstante, negó que el permiso a Chevron vaya a derivar en un aumento de ganancias para el gobierno de Maduro, quien sigue bajo sanciones de Washington.
Esta misma fuente también advirtió que Estados Unidos podría aumentar o aliviar más las sanciones a Caracas en función de lo que ocurra en el diálogo entre el gobierno de Maduro y sus opositores.
Además señaló que el objetivo de Washington es lograr avances hacia elecciones libres y justas en Venezuela, negando que el foco esté en el petróleo.
Pero algunos prevén un mayor rédito para la petrolera estatal venezolana PDVSA luego de este anuncio.
«Tarde o temprano, Chevron explorará petróleo y PDVSA se beneficiará de eso», consideró Ryan Berg, investigador para América Latina del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), una organización bipartidista en Washington.
Otros creen que Estados Unidos ve en Venezuela, el país con las mayores reservas probadas de crudo en el mundo, una oportunidad para rebajar el precio del petróleo, que se disparó tras la invasión de Rusia a Ucrania, que comenzó el 24 de febrero pasado.
En marzo, mientras Washington impulsó sanciones al petróleo ruso, enviados de Biden viajaron sorpresivamente a Caracas para conversar reservadamente con Maduro, un aliado de Moscú, quien manifestó «estar dispuesto a aumentar la producción petrolera».
Venezuela liberó a dos prisioneros estadounidenses luego de aquel encuentro, que también generó críticas de republicanos y demócratas en Estados Unidos.
«La visita en marzo a Maduro fue parte de una mirada global sobre cómo sustituir el petróleo de Rusia al mundo con producción en otros sitios. Y en América Latina, el país obvio es Venezuela», concluyó Cynthia Arnson