El seleccionador albiceleste, con pocas explicaciones futbolísticas a la derrota ante Arabia Saudí, lamenta que la nueva tecnología del fuera de juego semiautomático les privara del segundo tanto
A las tres de la tarde hora local catarí, Argentina regresó de golpe a su pesadilla rusa de 2018. O peor, mucho peor. Entonces arrancó con un empate ante la tierna Islandia ―la primera curva que le terminó de descarrilar en octavos contra Francia―, y esta vez acabó en la cuneta frente a Arabia Saudí, una piedra en el campo y un alarido verde en la grada. No menos de 30.000 argentinos que llenaban la mitad del ondulante estadio de Lusail asistieron blancos a un derrape que nadie vio venir, tan ufanos como aterrizaron en el Golfo desde la otra parte del mundo.
Sin embargo, las explicaciones públicas de Lionel Scaloni sobre el escaso juego de los suyos apenas aportaron profundidad. Cosas del fútbol, los Mundiales y los tiempos modernos del VAR, dijo. “Es difícil de asimilar porque nos hicieron dos goles en cinco minutos, creo que en sus dos únicos tiros a puerta. No tenemos que analizar más que eso. No queda otra que levantarse y ganar los dos siguientes partidos [México y Polonia]”, se arrancó el técnico, tan tranquilo como plano a la hora de pasar el escáner al despliegue de los suyos.
“La primera parte fue toda nuestra, pero en el descanso dijimos que el encuentro estaba extraño. Cualquier jugada podía cambiarlo, y eso ocurrió. En la segunda, pese a no jugar bien, tuvimos nuestros momentos. Mejor no pudimos llegar, pero el Mundial tiene estas cosas. El partido se nos escapa en nada. Para cuando nos quisimos dar cuenta, íbamos 1-2″, amplió. “Perdimos por errores nuestros”, reconoció a pie de campo Lautaro Martínez.
Se trató de la primera derrota albiceleste desde las semifinales de la Copa América de 2019 contra Brasil. Nadie dudaba de que este martes igualaría el récord de 37 duelos invicta de Italia, pero al norte de Doha no le esperaba ninguna fiesta. Un cante de primer orden, y no solo por lo que supone de gatillazo para Argentina, obligada ya a un golpe de riñón para enderezar su vida en Qatar.
Parco en el análisis del juego de Argentina, en cambio Scaloni sí miró, al menos en cuatro ocasiones en sala de prensa, al VAR y el fuera de juego semiautomático que se estrena en esta edición. La tecnología le cazó varias veces en la primera parte en acciones que pudieron haber subido el segundo gol albiceleste. Según su análisis, ahí estuvo el desastre propio. “La nueva reglamentación te priva de un gol. Lo aceptamos porque es así”, apuntó primero. “En otro momento, esos fueras de juego eran gol”, continuó. “Motivos milimétricos de fuera de juego”, añadió. “Es la nueva tecnología…”, indicó. Comentarios sutiles, sin acusar de ilegalidad, con los que fue salpicando sus 15 minutos de comparecencia ante los medios. “Seguimos pensando lo mismo. Antes del encuentro nos daban como favoritos, pero el Mundial tiene esto”, abundó. “El Mundial tiene esto” y “cabeza alta” fueron sus explicaciones más pronunciadas, además del VAR.
“Gracias a Alá”
Tras la derrota, Messi se quedó en el medio, colocó los brazos en jarra y empezó a recibir el pésame de todo el que pasaba por allí. El partido lo había arrancado en una baldosa, al trotecito. Si se aburría arriba, bajaba un poco. Así se movía el diez y así lo hacía Argentina, beneficiada por un penalti nada más empezar que La Pulga embocó como quiso y segura de que del resto de la jornada se ocuparía la ley de la gravedad y el arriesgado plan rival de subir la línea para buscar el fuera de juego. Al fin y al cabo, era Arabia Saudí, parecieron dar todos por sentado.
Los dos goles seguidos de su rival agitaron los brazos de Messi, que tuvo el empate poco después. Lo olió todo el estadio, hasta que Hassan Altambakti apareció como un rayo para bloquear su disparo frontal dentro del área. Luego dispuso de una falta que la mandó a palos (de rugby) y un cabezazo flojo. La rebeldía argentina vino, sobre todo, desde la banda de Di María. “Messi es un líder y lo va a sacar adelante. Hoy no jugamos tan claro como otras veces”, comentó el guardameta argentino Emiliano Martínez, que obvió mirar al VAR. “Es igual para todos”, aseguró.
Argentina apretó en el tramo final, pero no asustó tanto al portero Mohammed Alowais, nombrado el jugador de la tarde. A él le hicieron tres preguntas y tres veces dio las “gracias a Dios, a Alá” por la proeza. “Ha estado presente en cada minuto. En nombre de Dios, estoy feliz”, proclamó el meta de bigote generoso. Su entrenador, Hervè Renard, francés, también miró al cielo, aunque diferente. “Hoy se han alineado los astros”, admitió. “Hicimos historia, esto pasará a los anales”, se felicitó. Aunque, según su análisis, el juego no resultó tan brillante. “Tácticamente, en la primera mitad no estuvimos bien. Estábamos compactos, pero la presión sobre los centrales y Paredes no era suficiente. No podemos jugar así, hay que darlo todo”, reclamó en medio de la euforia.
Se escuchó más autocrítica en el bando triunfador que en el perdedor, donde solo se habló de los milímetros del VAR y las cosas del fútbol.