Los generales Mark Milley y Valeri Guerasimov, los jefes de Estado Mayor de Estados Unidos y Rusia respectivamente, hablaron hoy por teléfono por primera vez desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania y acordaron mantener abiertas las líneas de comunicación, según informó el Pentágono.
Milley y Guerasimov «hablaron sobre varios temas preocupantes en materia de seguridad», precisó el portavoz del Estado Mayor Conjunto estadounidense, coronel Dave Butler, quien a la vez indicó que ambos acordaron «no divulgar el contenido de su conversación».
Coincidentemente, el Ministerio de Defensa ruso informó previamente en un comunicado que Guerasimov habló por teléfono con Milley, con quien abordó distintas cuestiones, incluida la situación en Ucrania.
La semana pasada, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, mantuvo su primera conversación con su par ruso, Serguei Shoigu, desde el comienzo de la guerra y lo instó a actuar «rápidamente» para implementar un alto el fuego «inmediato» en Ucrania.
«El secretario Austin instó a un alto el fuego inmediato en Ucrania y enfatizó la importancia de mantener las líneas de comunicación», señaló el Departamento de Defensa en un comunicado citado por la agencia de noticias AFP.
El Pentágono y el Kremlin no dieron más detalles sobre el contenido de la conversación, la primera desde el 18 de febrero, seis días antes de que las fuerzas rusas invadieran Ucrania.
La conversación de hoy se da mientras Rusia concentra su ofensiva en el este de Ucrania, donde aspira a conquistar la zona del Donbass, en la que se ubican las regiones prorrusas de Donetsk y Lugansk, y que Moscú declaró como objetivo de una nueva fase de la invasión, luego de haber retirado las tropas que tenía desplegadas en torno a Kiev, la capital, a fines de marzo.
Desde hace días, algunas de las hostilidades en el Donbass se centran en la ciudad de Severodonetsk, en la provincia de Lugansk, que está «prácticamente rodeada» por las fuerzas rusas, según sus autoridades.
Más de 1.700 soldados se rinden en Mariúpol
Rusia manifestó hoy que otros cientos de los últimos soldados ucranianos que quedaban atrincherados en la acería de Azovstal, en la ciudad portuaria de Mariúpol, se rindieron, con lo que el total de esta semana se elevó a 1.730.
«En las últimas 24 horas, 771 combatientes del regimiento nacionalista de Azov se rindieron», indicó el Ministerio de Defensa ruso en su informe diario del conflicto, en relación a los soldados ucranianos que se encontraban atrincherados desde hace semanas en túneles y búnkeres de la planta siderúrgica de Mariupol, la estratégica ciudad en el sureste de Ucrania que se encuentra bajo el control total de las fuerzas rusas.
«En total, desde el 16 de mayo 1.730 combatientes se rindieron, incluyendo 80 heridos», agregó, consignó la agencia de noticias AFP.
El Ministerio difundió un video que muestra a soldados saliendo de la planta, algunos visiblemente heridos y otros utilizando muletas. Soldados rusos los cachean e inspeccionan sus mochilas mientras salen.
Según las autoridades rusas, los combatientes heridos fueron trasladados a un hospital en territorio controlado por Rusia en el este de Ucrania.
Kiev manifestó que buscará un intercambio de prisioneros, pero Moscú no dio una respuesta definitiva sobre esta cuestión.
La Cruz Roja los registró como «prisioneros de guerra».
El Comité Internacional de la Cruz Roja, por su parte, registró a los soldados ucranianos, entre ellos muchos heridos, como «prisioneros de guerra», en virtud de un acuerdo entre Ucrania y Rusia.
La organización humanitaria internacional con sede en Ginebra, que tiene experiencia con prisioneros de guerra e intercambio de combatientes, señaló, sin embargo, que sus equipos «no los trasladaron a los lugares donde están retenidos», que no precisó su actual ubicación.
Aún se desconoce la suerte que correrán los soldados que estaban atrincherados en la acería Azovstal luego de que el liderazgo militar ucraniano les permitiera rendirse.
Algunos de ellos fueron llevados por tropas rusas a una colonia penitenciara en territorio de la región oriental donde queda Mariúpol, conocida como Donbass, bajo control de separatistas prorrusos.
La Cruz Roja sostuvo que reglas de la Convención de Ginebra sobre el trato de prisioneros obligan a autorizarla a entrevistar a los soldados capturados «sin testigos» y que las visitas a ellos no deben ser «restringidas indebidamente».
La organización no aclaró cuántos prisioneros de guerra ucranianos fueron registrados en Mariúpol entre los que estaban en la acería, que era el único lugar de la devastada ciudad donde todavía quedaban combatientes ucranianos.
Mariúpol, una ciudad de gran valor
Rusia conquistó la sureña ciudad portuaria a orillas del mar de Azov hace un mes luego de bombardearla y sitiarla durante semanas.
La toma de Mariúpol tiene para el Kremlin un valor relevante por lo simbólico, pero también por lo estratégico, porque contribuye a sus planes de unir la anexionada península de Crimea en el sur con las regiones separatistas del Donbass, en el este ucraniano.
No queda claro cuántos soldados más quedan en Azovstal. Rusia estimó previamente que había unos 2.000.
En la región ucraniana del Donbass, en tanto, ataques del Ejército ruso mataron a seis civiles, cuatro de ellos en bombardeos a una de las pocas grandes ciudades de la zona que sigue bajo control ucraniano, informaron hoy autoridades.
En la región de Kursk, en el extremo occidental de Rusia y cercana a la frontera con Ucrania, en tanto, un camionero murió hoy y otras personas resultaron heridas, informó el gobernador Roman Starovoit a través de la red social Telegram.
«Otro ataque enemigo en Tetkino, que tuvo lugar de madrugada, terminó en tragedia, desafortunadamente. Por el momento, sabemos de al menos un civil muerto», precisó.
Lejos de un cese al fuego
La carta diplomática a la resolución del conflicto se vio nuevamente opacada hoy, cuando un asesor del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, expresó que el país no aceptará ningún alto el fuego hasta que Rusia retire las tropas de su territorio.
El comunicado de Mijailo Podoliak, quien participó de varias rondas de negociaciones con Rusia, parece reflejar cierta confianza respecto a la marcha de la guerra, en medio de algunas afirmaciones de las potencias de Occidente de que la ofensiva rusa está estancada.
«No nos ofrezcan un cese del fuego. Esto es imposible sin una retirada total de las tropas rusas», aseveró Podoliak en Twitter.
Desde la contraparte, en tanto, el viceprimer ministro de Rusia, Marat Jusnulin, advirtió que si los ucranianos quieren energía de la central de Zaporiyia -en territorio ucraniano, pero bajo dominio ruso desde principios de marzo en el marco de la invasión-, deberán pagarla.
En 2021, antes de la ofensiva rusa contra Ucrania, la central de Zaporiyia representaba 20% de la producción anual ucraniana de electricidad.
Las declaraciones del funcionario y otras de altos responsables rusos en las últimas semanas dan a entender que Moscú prepara una ocupación duradera o incluso una anexión de algunas zonas del sur de Ucrania, que controla.
Italia propuso un plan de cuatro etapas para poner fin a la guerra
En este contexto, Italia le entregó al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el portugés António Guterres, un plan de cuatro etapas para restablecer la paz en Ucrania.
Estas etapas abordan un cese del fuego (y mecanismos de supervisión del mismo), la neutralidad de Ucrania (respaldada por una «garantía» política internacional), la cuestión territorial (en primer lugar, el estatus de la península de Crimea -anexada por Rusia en 2014- y la región del Donbass) y un nuevo acuerdo multilateral sobre la paz y seguridad en Europa.
La guerra entre Ucrania y Rusia comenzó el 24 de febrero pasado. Durante ese tiempo hubo pocos avances para restablecer la paz, pese a que en varias oportunidades delegaciones de ambos países mantuvieron comunicaciones en territorios neutrales.
Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no solo apoyan a Ucrania, sino que además le impusieron distintas sanciones a Rusia, que no dio el brazo al torcer.
De esta manera, todo parece indicar que -más allá de las voluntades de otros países- el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania no tendrá un final en el corto plazo.