La miopía es un problema sanitario creciente que inquieta cada vez más a los profesionales de la salud visual, especialmente ante el aumento de esta patología entre la población infantil. Se calcula que en 2050 la mitad de la población mundial será miope, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el caso de los niños de entre 5 y 7 años, son ya el 20% los que sufren la enfermedad en nuestro país.
Se tratan de edades muy tempranas que preocupan porque, con el crecimiento del pequeño (y, como consecuencia, del ojo), la miopía también aumenta, “y no es lo mismo diagnosticarla a los 14 años que a los 5”, lamentó Noemí Güemes, médico oftalmólogo en el Hospital Clínico San Carlos durante la presentación de la campaña #NoHaySaludSinSaludVisual, puesta en marcha por Hoya, compañía de tecnología sanitaria.
La especialista apuntó que el concepto que se tenía de miopía como problema visual que se corrige con gafas ha cambiado. En este sentido, explicó que la enfermedad no solo se mide por el número de dioptrías (mayor de 6 en el caso de miopía alta), sino también por el aumento de longitud axial del ojo, uno de los principales factores de riesgo para la patología ocular asociada a la miopía.
“Esto significa que, aunque podemos corregir la visión borrosa con gafas, la retina no está pensada para esos cambios anatómicos. Esto puede derivar en enfermedades en la vida adulta como desprendimiento de retina, cataratas precoces o glaucoma”, enumeró la experta, quien añadió que todas estas enfermedades ya no se corrigen con gafas, sino que se tratan de patologías oculares que pueden producir una disminución ocular irreversible.
Por esta razón, Güemes subrayó lo esencial que resulta abordar el control de la miopía en la infancia con el fin de ralentizar su progresión. “No podemos curarla, pero sí hacer que avance lo más lentamente posible”, aseguró. Además, insistió en que el riesgo de padecer enfermedades como la maculopatía miópica crece a medida que se incrementa el grado de miopía, por lo que cada dioptría cuenta”.
Está claro que el mayor uso de dispositivos hace inevitable el aumento de niños miopes, por lo que la labor de los profesionales de la salud visual y de los mismos padres pasa por la prevención. Güemes advierte que la exposición lumínica al aire libre se ha asociado como un factor protector para nuestra visión, “pero los niños cada vez pasan menos tiempo en la calle, en parte por la pandemia”. La cantidad de iluminación en interiores es otro factor que afecta a la vista. Por eso, la oftalmóloga anima a los padres a que sus hijos jueguen en el parque, dejando a un lado las pantallas.
Nuevos tratamientos
En la búsqueda de nuevos tratamientos que pongan freno a la miopía, que, en palabras de Güemes, es “la pandemia silenciosa del siglo XXI”, Hoya ha presentado MiYosmart, unas lentes que consiguen ralentizar la progresión de la miopía en un 60% de promedio, comparándolo con el uso de lentes monofocales estándar.
Pero, ¿en qué se diferencian? Mientras que la lente oftálmica, que es la que cualquier persona puede llevar, es monofocal; las nuevas lentes, desarrolladas junto con la Universidad Politécnica de Hong Kong y avalada por diferentes estudios clínicos, están fabricadas con una tecnología denominada DIMS y que le permite corregir el defecto refractivo. Además, la zona periférica de la lente tiene forma de panal de abeja con diferentes puntos de desenfoque, lo que hace que se ralentice la progresión de la miopía. El uso de la zona de enfoque en el centro y de la de desenfoque otorga visión clara y tratamiento de la miopía de forma simultánea.
Asimismo, la especialista ha hecho referencia a otras técnicas para el control de la progresión de la miopía, como los métodos farmacológicos (colirio de atropina fundamentalmente).
Por otra parte, #NoHaySaludSinSaludVisual ha contado con la colaboración de los deportistas paralímpicos Adi Iglesias, José Luis García (conocido como Jota) y Susana Rodríguez. Los tres deportistas sufren una discapacidad visual, bien por su albinismo (Adi y Susana), bien por otras enfermedades oculares, como es el caso de Jota, que se quedó ciego con 28 años a causa de una uveítis.
El mensaje que quiso transmitir Jota también se ha basado en la máxima de que la prevención es fundamental y que, además de la ayuda de los oftalmólogos, “es importante observar qué ocurre en casa, pues muchas veces no nos damos cuenta de los pequeños detalles que pueden ser la clave para acudir al profesional”.