Ucrania acusó a Rusia de bloquear su acceso al mar

El ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, denunció a Rusia por el bloqueo de los mares Negro y de Azov, ambos al sur del país, a partir de los ejercicios navales masivos que planea desplegar la próxima semana junto con su aliado Bielorrusia.

«La vasta área sin precedentes donde se realizarán las maniobras hace que la navegación en ambos mares sea prácticamente imposible», aseguró el diplomático ucraniano.

Asimismo, el ministro de Defensa de Ucrania, Oleksiy Reznikov, tuiteó que las aguas internacionales de los dos mares al sur de su país fueron bloqueadas por Rusia.

Se refería a los ejercicios navales que Rusia llevará a cabo la próxima semana en el Mar Negro y el Mar de Azov.

Rusia, en tanto, emitió advertencias costeras citando ejercicios de disparo de misiles y artillería, que se suman a los 10 días de ejercicios militares con Bielorrusia, al norte de Ucrania.

Las tensiones entre Moscú y Kiev fueron en aumento en las regiones del Mar Negro y el Mar de Azov desde que Rusia anexó Crimea en 2014. En 2018, se apoderó de tres buques de guerra ucranianos.

No obstante, Rusia negó repetidamente cualquier plan para invadir Ucrania, a pesar de haber concentrado numerosos tanques, artillería y más de 100.000 soldados en la frontera.

 

Presión psicológica

Los ejercicios militares en Bielorrusia, conocidos como Allied Resolve 2022, se llevan a cabo cerca de la frontera con Ucrania, que tiene un poco más de 1.000 kilómetros de largo. Se cree que unos 30.000 soldados rusos fueron desplegados en la zona.

El temor de Ucrania es que, si Rusia decide invadirla, los ejercicios militares rusos lo dejarán en una posición más que estratégica para atacar Kiev, la capital ucraniana.

El líder de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, es un firme aliado del presidente ruso, Vladimir Putin, y los dos países crearon el llamado «Estado de la Unión», que incluye la integración económica y militar.

Rusia aclaró que sus tropas regresarán a sus bases permanentes después de que finalicen los ejercicios, pero Ucrania y sus aliados occidentales desconfían y se muestran preocupados.

«La acumulación de fuerzas en la frontera es una presión psicológica de nuestros vecinos», sostuvo el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.

 

Pedido de Biden

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, instó a los ciudadanos norteamericanos que viven en Ucrania a que abandonen el país, tras el inicio de ejercicios militares rusos en la zona.

«Los ciudadanos estadounidenses deberían marcharse ahora. Las cosas podrían acelerarse rápidamente», advirtió.

El mandatario estadounidense, sin embargo, descartó nuevamente el envío de soldados a Ucrania, ni siquiera para evacuar a sus ciudadanos en caso de invasión.

«Eso sería una guerra mundial. Si los estadounidenses y los rusos empiezan a dispararse sería muy grave. Estamos en un mundo muy diferente», aseguró.

La entrevista a Biden fue emitida después del inicio de importantes maniobras conjuntas de los ejércitos ruso y bielorruso a las puertas de Ucrania que enturbiaron las incipientes señales de esperanza tras semanas de intensas negociaciones en Europa.

Estos ejercicios, concentrados especialmente en la región bielorrusa de Brest, limítrofe con Ucrania, implican el despliegue de misiles y armamento pesado y, según Estados Unidos, de 30.000 soldados rusos adicionales.

La OTAN aseguró que el despliegue de misiles, armamento pesado y soldados en ese país ubicado justo al norte de Ucrania, era «un momento peligroso para la seguridad en Europa», que vive los momentos de mayor tensión desde la Guerra Fría.

Por su parte, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, advirtió que Rusia podría invadir Ucrania «en cualquier momento».

«La invasión puede producirse en cualquier momento y, seamos claros, podría ocurrir incluso durante los Juegos Olímpicos», disparó Blinken desde Australia, aludiendo a hipótesis lanzadas sobre el deseo de Rusia de esperar a que acabe esta importante cita deportiva para no eclipsar a su aliado, China.

«Para decirlo simplemente: seguimos viendo señales preocupantes de una escalada rusa», agregó, tras una reunión con sus socios del llamado Quad (Australia, India y Japón), en Melbourne.

Los líderes europeos se adentraron en un frenesí diplomático en las últimas semanas para tratar de desactivar la crisis, incluyendo visitas a Moscú del presidente francés, Emmanuel Macron, y próximamente del canciller alemán, Olaf Scholz.

El nuevo dirigente germano se reunió ayer con los líderes de los países bálticos y advirtió a Rusia de «no subestimar la unidad y la determinación como miembro de la Unión Europea y aliado de la OTAN».

 

Cruces entre Estados Unidos y Rusia

En un intento de evitar «incidentes desafortunados», el jefe del Estado Mayor estadounidense, el general Mark Milley, mantuvo una inhabitual conversación con su par bielorruso, el general Victor Goulevitch, indicó el Pentágono.

El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, insistió que los ejercicios se centrarían en «suprimir y repeler agresiones externas» y el Kremlin prometió que las tropas serían repatriadas una vez que terminen las maniobras, previstas para el 20 de febrero.

Además de los movimientos en Bielorrusia y el despliegue en la frontera ucraniana, Rusia mandó seis buques de guerra a través del Bósforo para unos ejercicios navales en el mar Negro y el mar de Azov.

El jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, calificó de «incomprensible» la preocupación europea y estadounidense por estos ejercicios y alertó que «ultimátum y amenazas no llevan a ningún lado».

Lavrov recibió ayer en Moscú a su homóloga británica, Liz Truss, que pidió la retirada de las tropas rusas de la frontera ucraniana.

La ofensiva diplomática de Londres fue completada por la visita del primer ministro Boris Johnson a la OTAN y a Polonia.

Johnson insistió en convencer a Putin de participar «en la desescalada» durante una visita a sus tropas desplegadas en Polonia.

Rusia está acusada de preparar una nueva operación militar contra Kiev, tras la anexión de Crimea en 2014, acusaciones rechazadas por el Kremlin, que dice querer garantizar su seguridad ante la hostilidad de Ucrania y la OTAN.

El Kremlin presentó unas exigencias de seguridad para desactivar la crisis, que incluyen la prohibición de una eventual entrada de Ucrania a la OTAN y la retirada de la alianza militar de algunos países del Este de Europa a los que la alianza militar había prometido no acercarse tras las negociaciones posteriores a la caída de la Unión Soviética.

Aun así, ambas partes abogan por mantener la vía diplomática abierta que, antes de las maniobras en Bielorrusia, había dado señales de esperanza.

Tras la anexión de Crimea en 2014, estalló una guerra en la región ucraniana del Donbass, fronteriza a Rusia y con una mayoría de etnia rusa, entre las fuerzas de Kiev y separatistas que dejaron más de 14.000 muertos en ocho años, según el último balance de la ONU.