En tiempos en los cuales el fútbol de alta competencia requiere a los gritos enmiendas reglamentarias que, sin convertirlo en otro deporte, por lo menos tiendan a mejorarlo, la Liga de México se apresta a aplicar una medida revolucionaria: detener el cronómetro cada vez que haya un lateral o un saque de arco.
En efecto, el Torneo Apertura de la Liga MX, que comenzará el 1 de julio próximo, echará a rodar esta innovación de tipo experimental que será supervisada por la Comisión de Árbitros.
Se trata a todas luces de una iniciativa llamada a disparar adhesiones, rechazos y polémicas encendidas.
Sin temor a pisar el escabroso terreno de las exageraciones, bien puede afirmarse que el problema del escaso tiempo que la pelota está en juego efectivo es el de los más insolubles para la FIFA y la International Board.
Jamás en Zürich fue bien vista la eventual copia del modelo del hóckey y del básquetbol, que se rigen por el tiempo neto sin que en tales universos se levanten voces de discrepancia.
Se entendió, acaso como observó el escritor mexicano Juan Villoro, que detener el reloj ante cada salida de la pelota y ante cada infracción implicaría algo así como echar nafta al incendio.
Futbolero de pura cepa, autor del notable libro «Dios es redondo», Villoro hizo notar que un partido de fútbol dura 90 minutos, pero su parte más sustanciosa y emocionante se condensa en ese puñado compactado que se ven por la noche en los resúmenes de los programas de televisión.
Lo más atractivo, entonces, sería estar pendiente de algo que puede pasar en cualquier momento o acaso no pasar nunca: los partidos con pocas llegadas a los arcos o que terminan 0-0.
Desde esa perspectiva, la detención indiscriminada del cronómetro lesionaría la vibración y el suspenso del que goza el maravilloso juego de la pelota número 5.
Pero una cosa sería parar el reloj incluso ante infracción, que se cuentan por 20, por 30, por 40, y ante cada pelota que sale por la línea de fondo o las líneas laterales, y otra la que decidió la conducción del fútbol azteca: detener el cronómetro, registrar el tiempo que se perdió y reponerlo una vez acabados los 45 reglamentarios.
De todos modos, no deja de generar inquietud que los espejos en los que se mira Miker Arriola, presidente de la liga mexicana, sean la NBA y NFL y que, según adelantó, si llegan a buen puerto las nuevas herramientas que tendrán validez desde el 1 de julio, se sumen las infracciones y los tiros de esquina.
No explicó Arriola, si en ese caso se empleará una metodología análoga, o si en realidad estamos ante una forma solapada de avanzar hacia el tiempo neto propiamente dicho.
El VAR, por ejemplo, genealógicamente es un instrumento plausible, bienvenido para reducir los márgenes de injusticia, pero casi un lustro después persisten deficiencias e imperfecciones de ejecución.