Uruguay, pese a tener recursos naturales limitados, transformó completamente su economía, ya que en la actualidad cerca del 98% de su energía procede de fuentes renovables, algo que lo convierte en el pionero de la energía verde en América Latina.
El camino hacia un abastecimiento energético más limpio surge de la voluntad política y de la participación ciudadana de un país, que en los últimos 10 años aprovechó sus riquezas naturales como el sol, agua y viento.
Por ejemplo, el ganadero Pablo Capurro rechazó al principio la idea de instalar turbinas eólicas en su granja. Esto debido a que temía que el sonido de las aspas fuera demasiado molesto para sus animales.
Pero se informó, cambió de opinión después de hablar con otros operadores de parques eólicos, y ahora recibe un ingreso por arrendamiento de las turbinas eólicas en sus tierras de pastoreo, al igual que muchos otros agricultores del país.
No es el único sector convencido, ya que la transición a fuentes sostenibles de energía permite un suministro de electricidad casi estable en todo Uruguay, que ya depende mucho menos de las importaciones de combustibles fósiles.
Asimismo, para asegurar su futuro energético limpio, el país se mantiene al día con las últimas investigaciones y está formando a ingenieros especializados en energías renovables.
El proyecto tiene como objetivo reducir las emisiones de CO2, lograr la independencia energética y producir suficiente energía verde para exportar a otros países. Y para eso tiene como socio a la Iniciativa Internacional para la Protección del Clima (IKI, por sus siglas en alemán) del Ministerio de Medioambiente alemán, así como de asociaciones públicas y privadas del país.