Cerca de seis mil turistas rusos, gracias a la ruta aérea directa Moscú-Caracas (operada por la aerolínea estatal venezolana Conviasa), viajaron desde agosto de este año -pese a la pandemia de coronavirus- al país caribeño para conocer y disfrutar de las distintas playas.
Caracas -que mantiene una limitada oferta de vuelos internacionales debido a la crisis interna, que supuso la salida de muchas aerolíneas, y por la pandemia del Covid-19- inauguró en mayo una ruta directa con Moscú, que les permite a los turistas rusos llegar en tan solo 14 horas.
A partir de esto, la Isla de Margarita y Coche, dos de los destinos más bellos que ofrece Venezuela, comenzaron a recibir a miles de rusos a través de las compañías turísticas internacionales, como la rusa Pegas Fly o Pegas Touristik.
La estrecha relación entre los Gobiernos de Rusia y Venezuela trasciende lo turístico y fue clave en la crisis política desatada por el no reconocimiento de Nicolás Maduro como presidente venezolano por decenas de países.
Venezuela dejó de ser un destino elegido por europeos y americanos. En 2019 se ubicó en los últimos lugares (117 de 140) del ranking de competitividad turística del Foro Económico Mundial, que se realiza cada dos años, y que toma en consideración políticas de viajes y turismo, condiciones del entorno, infraestructura, entre otros aspectos.
Sin embargo, en tiempos de pandemia, se le abrió un nuevo mercado: el ruso, que ya le empezó a dar sus frutos económicos.
Más allá de las advertencias sobre la peligrosidad de viajar a Venezuela, los rusos están fascinados no solo con las playas venezolana sino también con la gastronomía. No es lo mismo que hace unos años, pero poco a poco vuelve a ganarse un lugar en el turismo internacional.