Hace poco más de un año, México, Chile y Costa Rica dieron el puntapié inicial a la vacunación contra el Covid-19 en Latinoamérica, una región que tiene a Cuba y Chile en el podio mundial de países más inmunizados, pero también a Haití con menos del 1%, un retrato de la inequidad de una región que empezará el 2022 con la variante ómicron al acecho y con tasas de inoculación muy cercanas a las de Europa.
El promedio se impone como el más alto de todas las regiones del mundo cuando se analiza solo Sudamérica: con 75% de la población con al menos una dosis y 61% con las dos supera a América del Norte, Asia, Europa, Oceanía y África, en ese orden, según datos del sitio Our World in Data de la Universidad de Oxford y de la Universidad Johns Hopkins.
«Es el mejor regalo que pude haber recibido en este año″, señaló la enfermera mexicana María Irene Ramírez el 24 de diciembre del 2020, luego de recibir la primera inyección anticovid en Latinoamérica, producida por la farmacéutica estadounidense Pfizer y su socio alemán BioNTech.
Aquel día también Chile y Costa Rica iniciaron la campaña de vacunación más grande de la historia con el mismo fármaco, sumándose Argentina cinco días después con la vacuna rusa Sputnik V desarrollado por el Instituto Gamaleya.
Con diferencias de algunos meses, los 33 países de América Latina comenzaron a administrar lo que fueron más de 868 millones de dosis de al menos 10 laboratorios distintos, un número que representa más del 57% de la población, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Durante los primeros 20 días de diciembre de 2020, sin vacunación y antes de que la variante delta llegara a la región, México, Chile, Costa Rica y Argentina registraron un total de 16.359 fallecimientos por Covid-19.
Luego de 12 meses de millones de dosis administradas, estos cuatro países reportaron en los últimos 20 días un total de 4.777 muertes, es decir un tercio menos de decesos por coronavirus que hace un año, según Our World in Data.
Algunos de los factores que favorecieron que estas efectivas campañas avanzaran fueron «los acuerdos bilaterales entre productores y Gobiernos para comprar dosis antes del inicio de su producción; los 40 años de experiencia del Fondo Rotatorio de la OPS para negociar y entregar vacunas a través del mecanismo Covax; y la adaptación de dos redes de vigilancia y vacunación contra influenza para poder transmitir información sobre la Covid-19 en la región», según informó la OPS.
Entre los países a la vanguardia de esta campaña anticovid se encuentra Chile, que no sólo ya inmunizó al 85% de su población con dos dosis, en su mayoría con la vacuna CoronaVac del laboratorio chino Sinovac, sino que también dio un refuerzo a más de 10 millones de personas -la mitad de su población-, liderando este segmento a nivel mundial.
Lo sigue Cuba, el único país de la región que produjo completamente sus propios inoculantes. Con sus tres vacunas anticovid de fabricación nacional, Soberana 02, Soberana Plus y Abdala, y junto al fármaco chino Sinopharm, ya logró inmunizar al 84% de su población.
Sin embargo, detrás del progreso de la vacunación se esconde un desequilibrio: además de los países latinoamericanos que lideran la inmunización a nivel mundial, hay otros con promedios sólo comparables con algunos Estados de África.
Con apenas 600.000 vacunas donadas por el fondo Covax para sus 11 millones de habitantes, Haití no logró siquiera el más básico de los objetivos propuestos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el 2021: tener el 10% de su población inoculada.
Granada, Santa Lucía, Guatemala, San Vicente y las Granadinas y Jamaica, junto con Haití, completan la lista de los países latinoamericanos que tampoco alcanzarán la segunda meta propuesta por la OMS ante la profundización de la pandemia: que todo Estado haya vacunado al 40% de su población antes de terminar el año.
Una de las vías con las que la OMS intentó paliar estas barreras en el acceso fue la creación del fondo Covax.
El mecanismo para la adquisición y distribución de fármacos a países de medianos y bajos ingresos se propuso a principios de año administrar un total de 280 millones de dosis en América Latina, pero hasta el momento solo ha podido distribuir 76 millones en toda la región.
«La inequidad en torno a las vacunas continúa dividiendo a nuestra región: si no abordamos estas brechas evidentes, no lograremos controlar este virus», aseveró la directora de la OPS, Carissa Etienne, en la última conferencia de prensa del organismo.
La aparición de la variante ómicron volvió a encender el debate sobre la importancia de que países como Sudáfrica, donde fue detectada por primera vez, puedan aumentar su magro nivel de 25% de habitantes inmunizados, y poder combatir la aparición de nuevas cepas.
Pero el desigual acceso también está presente en otras partes del globo. Como en Europa, donde pese a haber millones de dosis disponibles, importantes sectores antivacunas de las sociedades se niegan a inocularse.
Por eso, Latinoamérica se encuentra en promedio sólo tres puntos porcentuales por debajo del 60% de habitantes totalmente vacunados que tiene toda Europa, un continente donde cada vez hay más consenso sobre la importancia de una tercera dosis, pese a la reciente advertencia de la OMS.
«Estos programas de refuerzo indiscriminados incluso podrían prolongar la pandemia en vez de acabar con ella, al desviar las dosis disponibles a países con altas tasas de vacunación, brindando así al virus más posibilidades de propagarse y mutar», apuntó hace dos días en una conferencia de prensa el director general de la agencia sanitaria de la ONU, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
En este contexto, América Latina termina el año reportando un fuerte aumento de casos en Ecuador, Bolivia, Perú y Argentina, y comenzará el 2022 con la incertidumbre de desconocer qué tan efectivas son las vacunas aplicadas en la región frente a la variante ómicron.