El sistema educativo en Ecuador está en «terapia intensiva»: por un lado la deserción escolar aumenta, y por el otro crecen las cifras de «ni nis» por la crisis económica y social en el país.
Con la llegada del coronavirus la forma de educar cambió por completo debido a la cuarentena para evitar la propagación del virus. Las clases empezaron a darse de manera virtual, una situación que empeoró el panorama desalentador del sistema educativo.
Según Unicef, solo el 37% de los hogares en Ecuador tiene acceso a internet, lo que significa que 6 de cada 10 niños no pueden continuar sus estudios a través de plataformas digitales. La situación ha sido más grave para los menores de edad en zonas rurales, donde solo el 16% de los hogares tiene este servicio.
El Ministerio de Educación no maneja el término ‘deserción escolar’ para hablar de los niños que no están recibiendo clases o están matriculados, sino que utiliza la palabra ‘abandono escolar’ para referirse a esta problemática que se vive en el país, en tiempos de pandemia.
“Si alguien desertó es trabajo del Estado el garantizar que ese niña o niña vuelva a la escuela, es por eso que insisto en la necesidad de una educación pospandemia diferenciada y en apoyarse en organismos multilaterales”, dijo a La Hora, Evelyn Naranjo, experta en enseñanza para aprendizaje de niños y adolescentes.
Pero el difícil acceso a internet -que hasta ahora los Gobiernos no han logrado resolver- no es el único problema causado por la pandemia y que complicó aún más la situación educativa en el país; de acuerdo con El Telégrafo el cierre de las instalaciones educativas en Ecuador afectó aproximadamente a 4.4 millones de estudiantes.
«Actualmente, existen alrededor de 90.000 estudiantes fuera del sistema educativo. Eso los expone al trabajo infantil, mendicidad, explotación sexual y reclutamiento forzado en actividades ilícitas como la venta de drogas, por ejemplo», señala el diario.
Y es que la pandemia aumentó riesgo de abandono escolar en Ecuador. Según cifras oficiales, en este ciclo se reportan 3.3 millones de alumnos matriculados en planteles públicos; sin embargo la realidad puede ser cruda pues habría que preguntarse cuántos estudiantes verdaderamente están aprendiendo y siguiendo sus clases con regularidad pese a la distancia.
Un reportaje del diario El Comercio (EC) señala que «pudiera estarse produciendo un abandono del sistema escolar oculto, más en poblaciones vulnerables, con poco contacto con los maestros».
“Es un reto tenerles conectados. Hay papitos que no tienen dinero ni para un desayuno. Algunos compañeros van a visitarlos. Otros tienen nombres de alumnos en la lista, pero no los localizan. Nos han enviado datos erróneos, como ‘e-mails’ incompletos o teléfonos celulares con ocho números y no diez. Se sale de nuestras manos ir de casa en casa; es un riesgo, va más allá de nuestro oficio”; reveló un profesor al EC que prefirió mantenerse en calidad de anonimato.
Las cifras son peores
Gremios educativos manejan cifras todavía más altas que las ofrecidas por el Estado; así lo afirmó un reportaje del Expreso el cual reveló que más de 24.000 niños están sin estudiar.
De acuerdo con gremios educativos particulares y organizaciones sociales las cuentas que ellos manejan revelan que hay una reducción de al menos 35% de alumnos matriculados.
Trabajar, estudiar, o nada
Pero la crisis en el sector educativo no se queda solo en los niveles más básicos; la precariedad también salpica a los jóvenes, pues según El Telégrafo 8% de ellos se ha visto obligado a combinar estudio con trabajo.
«En Ecuador hay 928.528 personas que tienen entre 15 y 19 años y viven en las ciudades; 73.242 -el 8%-, dividen su tiempo entre la educación y el empleo», señala el reportaje.
Sin embargo ante la grave crisis económica causada por la pandemia el número de jóvenes que ya no trabajan ni estudian (ni- ni) es aún mayor.
“Muchos se convierten en ninis cuando abandonan el sistema educativo, alrededor de los 15 años, pero el problema se gesta antes. Más de la mitad de los Ninis en Ecuador vienen de los estratos más pobres”, concluye el Banco Mundial.
En 2018 Augusto Barrera, titular de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), admitió que al menos unos 40 mil jóvenes se quedaron fuera de la matrícula universitaria; la mayoría de ellos por no tener recursos para pagar la carrera.
Esta es la situación del sistema educativo en Ecuador; unas cifras poco alentadoras que con el pasar de los años en vez de mejorar, se recrudece; esto, mientras los números oficiales son levemente manipulados para «tapar el sol con el dedo».