El mandatario de Francia, Emmanuel Macron, sostiene la negativa a debatir con sus rivales, a un mes de las elecciones presidenciales, escudándose no solo en la tradición política del país sino además en los 20 puntos de ventaja que lo dan como virtual ganador en las encuestas.
«No debatiré con los otros candidatos antes de la primera vuelta. Ningún presidente en ejercicio que se presentó a la reelección lo ha hecho», afirmó Macron, tras su primer acto electoral con vistas a los comicios del 10 de abril próximo.
Macron es hoy nuevamente el centro de las miradas al acoger en el Palacio de Versalles a los mandatarios de la Unión Europea (UE) para una cumbre de dos días sobre cómo proteger al bloque de las consecuencias de la guerra en Ucrania.
Esta coyuntura internacional, sostienen las consultoras y estudios de opinión, aportan popularidad al mandatario.
El instituto francés de sondeos Elabe constató hoy que, en la primera vuelta, Macron se beneficia del «efecto bandera» (como denomina la ciencia política al apoyo popular a corto plazo de los mandatarios en períodos de crisis o guerra internacional).
La última encuesta de Elabe registró un 33,5% de intención de voto, casi 20 puntos por delante del siguiente candidato.
«Los franceses están preocupados; buscan figuras protectoras», indicó Pascal Perrineau, politólogo en Sciences Po, quien matiza no obstante que el «antimacronismo» y el deseo de analizar su mandato «siguen presentes».
Macron esperó hasta el último momento para entrar en la contienda electoral
Hace una semana, en una «Carta a los Franceses», anunció su esperada candidatura, pero precisó: «No podré hacer campaña como me hubiera gustado debido al contexto mundial», aseguró.
La intención de voto del mandatario se disparó en los sondeos desde el inicio de la ofensiva militar de Rusia en Ucrania, que refuerza además su imagen de mandatario y de jefe de las fuerzas armadas.
Según Elabe, la líder ultraderechista Marine Le Pen obtendría un 15%, seguida de Jean-Luc Mélenchon (13%, izquierda radical), Éric Zemmour (11%, extrema derecha) y Valérie Pécresse (10,5%, derecha).
Macron también ganaría el balotaje -previsto para el 24 de abril- en todos los escenarios posibles, de acuerdo con las encuestas.
Sus seguidores argumentan que un debate entre los 12 candidatos se convertiría en una «batalla campal» contra Macron, que no tendría tiempo para responder a todos, y que el mandatario prefiere debatir directamente con los franceses.
Como parte de su campaña, el lunes en Poissy, una localidad a 24 kilómetros de París, el presidente habló con 200 lugareños y evocó el «sofocante» contexto internacional con el «regreso de la guerra a Europa».
Sin embargo, este primer acto presentado como un debate con los ciudadanos no convenció a sus rivales ni a los observadores, que lo vieron, en cambio, en palabras de Le Pen, como «una discusión cuidadosamente preparada de antemano».
La conversación de Poissy no representó «ningún riesgo para el presidente», analizó el comentarista político Nicolas Beytout, para quien se trató «más bien de un mitin: público entregado y aplausos a cada respuesta».
«Si no hay un debate sobre las grandes opciones para los próximos cinco años y gana Emmanuel Macron, la situación será potencialmente muy peligrosa para él», advirtió Brice Teinturier, politólogo en Ipsos.
«Cuando deban tomarse decisiones sobre una serie de medidas económicas, sociales (…), habrá franceses que digan: ‘No lo vi durante la campaña electoral, no se votó democráticamente'», agregó.
La advertencia sobre la legitimidad no es irrelevante. La primera mitad del mandato de Macron estuvo marcada por protestas, como la de los «chalecos amarillos», contra sus reformas y sus políticas sociales y económicas.
La pandemia de coronavirus corrió la agenda y sofocó estas protestas, pero lo obligó a dar marcha atrás temporalmente con la impopular reforma de las pensiones, una de sus grandes políticas que prometió retomar si es reelecto en abril.