Crisis en el Partido Republicano

El Partido Republicano avaló una moción de censura contra dos de sus legisladores Liz Cheney y Adam Kinzinger por formar parte de la Cámara de Representantes que investiga el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, en una escalada de la campaña para expulsar a los disidentes considerados desleales al expresidente estadounidense Donald Trump.

Liz Cheney, de Wyoming, y Adam Kinzinger, de Illinois, los únicos republicanos que integran el comité de la Cámara de Representantes que investiga el rol de Trump en el motín del año pasado, son considerados adversarios del magnate ultraderechista, quien mantiene un control férreo sobre el partido a pesar de su derrota en las elecciones de 2020.

Los 168 miembros del comité nacional del partido, reunidos en Salt Lake City, Utah, aprobaron una censura formal, acusando a los dos legisladores de tener un comportamiento «destructivo para la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el Partido Republicano y la república».

Los leales a Trump de línea dura presionan desde hace meses para que Cheney y Kinzinger sean expulsados, en particular porque la investigación sobre la insurrección del 6 de enero de 2021 se acercó al círculo íntimo de Trump.

«Los líderes del Partido Republicano se han convertido en rehenes voluntarios de un hombre que admite que trató de anular una elección presidencial y sugiere que perdonaría a los acusados del 6 de enero, algunos de los cuales han sido acusados de conspiración sediciosa», expresó Cheney en un comunicado.

Mitt Rommey, quien en 2012 fuera candidato presidencial republicano y cuya sobrina, Ronna McDaniel, dirige el Comité Nacional del partido, expresó su rotunda disidencia con la medida.

«La vergüenza recae sobre un partido que censuraría a las personas de conciencia, que buscan la verdad de frente. El honor acompaña a Liz Cheney y Adam Kinzinger por buscar la verdad, incluso cuando hacerlo tiene un gran costo personal», expuso.

 

«Un discurso poco legítimo»

El Partido Republicano días atrás declaró oficialmente el asalto al Capitolio y los eventos que lo desencadenaron como parte de un «discurso político legítimo», pese a haber puesto en jaque a la mismísima democracia estadounidense.

Sin embargo, en las últimas horas, el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, aseguró sobre el ataque al Capitolio: «Todos lo vimos, fue una insurrección violenta».

También cargó contra la decisión sin precedentes del comité de censurar a los congresistas Cheney y Kinzinger por participar en la comisión del Congreso que investiga lo ocurrido el 6 de enero de 2021.

McConnell afirmó que el ataque perpetrado por simpatizantes de Trump tenía «el propósito de impedir la transferencia pacífica del poder tras una elección legítimamente certificada de una Administración a la siguiente».

La turba que irrumpió en el Capitolio lo hizo azuzada por el discurso de Trump sobre un supuesto fraude electoral.

Las declaraciones de McConnell sacuden el tablero. Se trata del miembro del partido de mayor rango en pronunciarse contra de la postura del Comité Nacional Republicano (RNC, por sus siglas en inglés). y de la narrativa trumpista.

Igualmente cabe recordar que en el segundo juicio político (impeachment) a Trump por su responsabilidad en el asalto, el senador de Kentucky votó que no era culpable.

La resolución del RNC adoptada el pasado viernes en su reunión de invierno en Salt Lake City (Utah) no se debatió públicamente, pero fue aprobada por la gran mayoría de los miembros del partido.

La frase «discurso político legítimo» no aparecía en el borrador original del texto redactado por el asesor de Trump, David Bossie. Aún no ha trascendido quién y cuándo decidió incluirla.

En el escrito, denuncian que la investigación del comité del Congreso impulsado por la presidente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, es “una persecución liderada por los demócratas contra ciudadanos corrientes”.

El asalto al Capitolio dejó cinco muertos, más de 150 heridos y cerca de 750 manifestantes acusados.

 

Preocupación

Los líderes republicanos, que llevan meses intentando sacudirse el ataque del 6 de enero, ven con preocupación que el conflicto interno los perjudique de cara a las elecciones legislativas de noviembre, donde se juegan recuperar ambas Cámaras.

La senadora republicana Susan Collins, que calificó de «absurda» la defensa del RNC a los insurgentes, afirmó: «Cada momento destinado a litigar una elección perdida o defender a quienes han sido condenados por conducta delictiva nos aleja más de la meta de la victoria este otoño”.

La censura contra Cheney y Kinzinger, los únicos dos republicanos miembros del comité de investigación del Congreso sobre el asalto, supuso la primera vez en la historia que el Partido Republicano reprende a uno de sus miembros en activo en el Congreso.

Bill Palatucci, miembro del RNC, adelantó que planea presionar al comité para que derogue el castigo -más simbólico que práctico- contra Cheney y Kinzinger.

«Como mínimo, deberían eliminar la frase ‘discurso político legítimo’ de la resolución. Pero deberían derogarlo todo”, afirmó el abogado, que trabajó en la campaña de Trump.

 

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«La distorsión de los medios», la explicación oficial

Sin embargo, no todos piensan igual, ya que la presidente del RCN, Ronna McDaniel, avaló la sanción contra Cheney y Kinzinger, aunque no solo aclaró que hubo «distorsión en los medios» sobre el tema sino que además reiteró que ella siempre condenó la violencia que se vivió en la sede del Congreso.

«Creo firmemente que somos un partido amplio y que el desacuerdo entre los republicanos es bienvenido y puede fortalecernos”, indicó McDaniel.

Y siguió: «Estos dos legisladores han permitido que su afiliación partidista se convierta en un arma para permitir que los demócratas se extralimiten y abusen de poder. En resumen, nunca debieron haber aceptado formar parte de un comité en el que se negara la representación a los republicanos», remarcó.

Cuando se aprobó la moción de censura, McDaniel declaró que Cheney y Kinzinger «cruzaron la línea. Eligieron unirse a Nancy Pelosi en una persecución liderada por los demócratas de ciudadanos comunes que se involucraron en un discurso político legítimo que no tenía nada que ver con la violencia en el Capitolio», en línea con el texto de la declaración que había sido recién firmada.

 

La interna entre los republicanos

El pulso retórico dentro del Partido Republicano es un episodio más en la cambiante narrativa sobre los eventos del 6 de enero, la manera de evaluarlos y la propia responsabilidad de la organización en que no se haya formado una comisión bicameral y bipartidista para investigarlo.

McDaniel se quejó de que a los líderes republicanos «no se les permitió nombrar libremente a un solo republicano para el comité. En cambio, Cheney y Kinzinger fueron seleccionados por Nancy Pelosi», apuntó.

A instancia de Pelosi, la Cámara de Representantes decidió formar un comité selecto una vez que los republicanos del Senado bloquearon la iniciativa que ellos habían ya aprobado para conformar una comisión bicameral, como la que se formó tras los atentados del 11 de septiembre de 2011.

Los republicanos presentaron una lista de cinco representantes para el Comité Selecto, pero ante la negativa de Pelosi de aceptar a dos de ellos, por considerar que ponían en riesgo la pulcritud de la investigación por sus cercanías con Trump y los organizadores del evento que devino en la violencia, el líder de la minoría Kevin McCarthy optó por declinar la participación del GOP.

Todo lo relacionado con el asalto al Capitolio estuvo sujeto a cambios en la interpretación republicana cuya versión pasó de la indignada condena a la violencia contra la institución a la reducción de la importancia, eventualmente a la negación de lo sucedido y ahora esta idea de que fue una «expresión política legítima».

El propio McCarthy estuvo el día del ataque en una acalorada conversación telefónica con el presidente Trump exigiéndole que desactivara a la turba de atacantes, según los testimonios de congresistas republicanos que estaban con el líder de la bancada dentro del Capitolio al momento de la llamada.

Después cambió de parecer sobre lo que sucedió ese día y aparentemente hizo las paces con el exmandatario tras una visita a Mar-a-Lago pocas semanas después.

McConnell reconoció la responsabilidad del entonces presidente en la explosión de violencia, y aunque votó contra su juicio político, minutos después ofreció un discurso en el pleno del Senado en el que ratificó que consideraba a Trump responsable de lo sucedido. Sin embargo, hace poco dijo que lo respaldaría si vuelve a ser el nominado republicano a la presidencia en 2024.

Más allá de las palabras es un hecho que tanto McCarthy como McConnell lo único que quieren es poder.

Los republicanos apuntan a golpear al presidente Joe Biden, debilitado por el estancamiento de sus proyectos en el Congreso, una inflación inesperada y el aumento de casos de coronavirus.

 

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La historia de Cheney y Kinzinger

En enero de 2021, Cheney y Kinzinger se unieron a otros 8 republicanos que votaron a favor del segundo ‘impeachment’ del entonces presidente, presentado justamente a raíz del ataque y lo que la Cámara de Representantes consideró la responsabilidad del presidente al instigar los ánimos de sus seguidores.

Luego de que los republicanos bloquearan la posibilidad de crear un comité bicameral bipartidista para investigar el asalto, ambos se unieron al Comité Selecto nombrado por Pelosi. Son los dos únicos miembros de su partido en trabajar en el comité.

Kinzinger se retirará del Congreso tras las elecciones intermedias de noviembre, mientras Cheney corre peligro de perder su escaño en Wyoming.

Por último, días atrás, el Comité de asalto al Capitolio acusó a Trump de manipular a testigos y condenados por el hecho al prometerles que los indultará en caso de ganar las próximas elecciones de 2024.