Los líderes de los 30 países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) protagonizan una cumbre en España en la que rediscuten su respuesta a la invasión de Rusia a Ucrania, que según la alianza provocó un «cambio fundamental» en su política y obligó a sus integrantes a aumentar el gasto en defensa, y en la que se registró un primer éxito con la decisión de Turquía de aceptar el ingreso de Suecia y Finlandia.
«Hoy hemos decidido invitar a Finlandia y a Suecia a convertirse en miembros de la OTAN, y hemos acordado firmar los Protocolos de Adhesión», dice la declaración de la alianza.
«La adhesión de Finlandia y Suecia hará que estén más seguros, que la OTAN sea más fuerte y que la zona euroatlántica sea más segura. La seguridad de Finlandia y Suecia es de importancia directa para la Alianza, incluso durante el proceso de adhesión», agrega.
De esta manera, Madrid ya se anotó un éxito en uno de los puntos centrales y que generaba más expectativas: Turquía firmó un acuerdo con Suecia y Finlandia por el que levanta su veto a la adhesión de ambas naciones, lo que despeja el camino para que estos dos países, vecinos de Rusia, se sumen a la alianza.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan; la primera ministro de Suecia, Magdalena Andersson; y el mandatario de Finlandia, Saulio Niinisto, sellaron el entendimiento frente al secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, antes del inicio formal de la cumbre.
Turquía había frenado la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN alegando su supuesta connivencia con organizaciones como el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerada «terrorista» por Ankara, así como con sus aliados kurdos iraquíes de las Unidades de Protección Popular (YPG).
Turquía también pretendía garantías de que se eliminarán las restricciones de armas impuestas por los dos países por una incursión militar que el Ejército lleva a cabo en el norte de Siria.
«No queremos palabras vacías, queremos resultados», aseveró Erdogan en Turquía antes de partir hacia España.
La invasión de Rusia a Ucrania, que comenzó el 24 de febrero, llevó a Finlandia y Suecia a replantearse su tradicional política de neutralidad e inclinó a la opinión pública a favor del ingreso en la OTAN.
Fue así que 8 de mayo pasado los dos países presentaron juntos su pedido de entrada a la alianza.
La decisión pasará ahora a los parlamentos y legislaturas de los 30 Estados miembros para su ratificación final.
Los líderes de la OTAN manifestaron que esperaban que el proceso avanzara rápidamente, lo que permitiría una adhesión sin precedentes y una muestra de unidad contra Putin.
«He dicho que Putin busca la finlandización de Europa. Va a conseguir la ‘OTANización’ de Europa. Y eso es exactamente lo que él no quería, pero exactamente lo que hay que hacer para garantizar la seguridad de Europa. Y creo que es necesario», enfatizó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a su llegada a la sede de la cumbre en Madrid.
La guerra en Ucrania
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, el anfitrión del encuentro, recibió en Madrid, sede de la cumbre, al secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, y sostuvo que la alianza buscará trasladar un mensaje al mundo por el conflicto bélico en Ucrania.
«Queremos enviar un mensaje de unidad de democracias, que se reúnen para defender la democracia y los valores que nos unen, que son los valores de la libertad, de la pluralidad política, del respeto a los derechos humanos, y también de la defensa de un orden internacional basado en reglas», aseguró.
El presidente estadounidense Biden, el resto de los líderes de la OTAN y diez países más extra alianza invitados al encuentro tuvieron una primera cita conjunta en la cena que les ofreció el rey Felipe VI en el Palacio Real.
Biden, quien llegó a Madrid luego de participar de una cumbre del G7 en Alemania, fue recibido por el rey Felipe, Jefe de Estado español, antes de trasladarse a la sede del Ejecutivo, el Palacio de la Moncloa, donde se entrevistó con Sánchez, el jefe de Gobierno.
En su discurso en la cena, el rey Felipe repasó la anterior cumbre en Madrid, en 1997, «otro momento de gran simbolismo» y remarcó que «el pesimismo no puede ser una opción en un momento en que el mundo se enfrenta a antiguas amenazas, como Rusia, combinadas con otras nuevas», por lo que debe mirarse el futuro «con determinación, para poder brindar seguridad y paz».
Estados Unidos anticipó que durante la cumbre anunciará el despliegue de nuevos efectivos militares en Europa, donde tiene estacionados a miles de soldados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
El asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, informó que habrá «anuncios específicos sobre compromisos adicionales a largo plazo de posicionamientos de fuerzas de tierra, mar y aire, y que estarán mayoritariamente concentrados en el flanco este, fronterizo con Rusia».
«Biden le comunicará oficialmente a Sánchez un aumento de los destructores en la base naval de Rota de cuatro a seis para reforzar la presencia militar de su país y de la OTAN en la zona», agregó el funcionario estadounidense, según consignó la agencia de noticias AFP.
Stoltenberg indicó en su discurso previo a la cumbre que Ucrania, bajo la invasión rusa, «está sufriendo una brutalidad nunca vista en Europa desde la Segunda Guerra Mundial».
El secretario general de la alianza militar liderada por Estados Unidos dijo que la guerra en Ucrania había causado un «cambio fundamental en la política de la OTAN» y que sus integrantes «deberán invertir más dinero en defensa en un mundo más peligroso e impredecible».
«Es muy importante que sigamos dispuestos a proporcionar ayuda. Seguramente acordaremos un nuevo paquete completo de asistencia a Ucrania», adelantó.
Además de reafirmar los compromisos con Kiev, la cumbre pretende establecer un nuevo «concepto estratégico», documento central que no se actualiza desde 2010, reforzar el flanco este de la alianza y discutir la creciente influencia de China en la zona del Pacífico.
Operativo de seguridad sin precedentes
Madrid estuvo bajo un dispositivo de seguridad extraordinario, integrado por fuerzas armadas y policía, para proteger a los más de 40 jefes de Estado y de gobierno y los 5.000 participantes en la cumbre.
Bautizada «Eirene», por la diosa griega de la paz, la operación de seguridad de esta cumbre es la «mayor de la historia reciente de España», según el gobierno.
En total, 10.000 efectivos garantizan la seguridad de la cumbre, entre ellos 6.500 policías nacionales, 2.400 guardias civiles y seguridad privada y policía local.
También hay agentes de seguridad de la OTAN y de los países presentes en la cumbre, lo que hacen que Madrid sea una fortaleza.