Los «oasis de niebla», dos bellezas naturales

Recorren más de 3.000 kilómetros a lo largo de la franja costera del océano Pacífico de Perú y Chile.

Los ecosistemas de los «oasis de niebla», que se forman en los hiperáridos desiertos de Sechura (Perú) y Atacama (Chile), los más secos y de los más antiguos del mundo, se tornan verdes y florecen una vez por año, lo que los convierte en una gran atracción turística en la región.

Su nombre obedece a que el crecimiento de las plantas depende casi exclusivamente de la niebla proveniente del mar.

Es un frágil equilibrio entre las corrientes marinas, los vientos, la altitud de los Andes y los eventos climáticos extremos. Y cualquier variación implica un cambio en la cobertura vegetal de las lomas.

Estas «islas de vegetación», que surgen en medio del paisaje desértico, no solo llamaron la atención de los científicos, que esperan entender cómo los cambios climáticos influyen de esa manera en un hábitat lleno de plantas y flores endémicas, sino también de los visitantes, que lo ven como una linda excursión de turismo aventura.

«Es muy emocionante porque es el único sistema terrestre que reacciona increíblemente rápido a los cambios en las temperaturas marinas. Es como un indicador de lo que ocurre en los océanos, pero en la tierra», comentó Justin Moat, científico del Real Jardín Botánico de Kew de Londres.

«Normalmente ves estos cambios en 10, 20 o 30 años. Pero con los oasis de niebla, los cambios son casi inmediatos, en meses o semanas, lo que los hace muy útiles como indicadores climáticos», agregó.

Su máxima productividad ronda entre los meses de agosto y septiembre. Pero a veces puede extenderse incluso hasta diciembre.

Se trata de un vínculo entre corrientes como las de Humboldt y fenómenos climáticos como los de El Niño. Durante el invierno austral, las nubes son arrastradas tierra adentro, donde se topan con las lomas y montañas del desierto.

Durante esta temporada, la vegetación de las lomas se vuelve verde y exuberante y florecen muchas especies de flores.

Otros factores como la altitud son claves: en promedio, la vegetación de las lomas florece a unos 500 metros sobre el nivel del mar.

«Es un evento muy esporádico. Se crea todo un manto de vegetación verde cargado de flores», acotó Carolina Tovar, científica de los Jardínes de Kew y coautora del estudio.

En el estudio, los científicos sugieren una acción internacional urgente para monitorear y proteger los oasis de niebla y los recursos genéticos «invaluables» que se esconden en ellos.