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Vučić fue reelecto como presidente de Serbia

En tanto en Hungría: Orban cumplirá su cuarto mandato como presidente al obtener el 53,19% de los sufragios.

Aleksandar Vučić, del Partido Progresista (SNS), fue reelecto como presidente de Serbia tras imponerse en las elecciones  celebradas el domingo pasado con el 58,55% de los votos sobre su principal rival, Zdravko Ponos, quien obtuvo el 18,34 %, según la Comisión Electoral de la República (RIK).

Vučić, quien se había presentado como garante de la estabilidad bajo la sombra de la guerra en Ucrania, reivindicó una aplastante victoria en las elecciones presidenciales.

«Obtuve 2.245.000 de los votos en la primera vuelta», aseguró el mandatario reelecto durante su discurso de victoria,  informó la agencia de noticias AFP.

Por detrás de Vučić, el candidato de Unidos por la Victoria de Serbia, Zdravko Ponos, logró apenas un 18,34% de votos, de acuerdo a la agencia de noticias Europa Press.

De esta manera, se confirmaron las predicciones que auguraban la victoria Vučić y acabaría con las especulaciones sobre una posible segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Todo esto se dio ante una participación electoral del 59,5%, récord en los 10 últimos años.

Fueron 6,5 millones los ciudadanos serbios citados para votar dentro del país y en el extranjero para decidir las elecciones presidenciales, legislativas y las elecciones locales de doce municipios, incluida la capital, Belgrado.

En cuanto a las elecciones legislativas, el Partido Progresista Serbio (SNS) de Vučić alcanzó un 49,09% de votos,  con lo que reeditará también su mayoría absoluta.

Tras casi una década en el poder, el SNS del jefe de Estado confirmó su control del Parlamento, en este país tradicionalmente cercano a Rusia, donde muchos habitantes respaldan la guerra, incluidos algunos partidos de la oposición.

La invasión de Rusia a Ucrania alteró la campaña electoral que, según los analistas, iba a centrarse en el medioambiente, la corrupción y los derechos.

Vučić sacó provecho de la situación al presentarse como el único capaz de timonear el país en medio de la tormenta. A media que transcurría la campaña, el mandatario inventó un nuevo eslogan: «Paz. Estabilidad. Vučić».

«Esperamos una victoria enorme», dijo al introducir su boleta en la urna. «Lo más importante, es preservar la paz, la estabilidad y garantizar grandes avance económicos», agregó. Y su premonición se cumplió.

En un país antes considerado como un paria, sigue muy vivo el recuerdo de las guerras que llevaron a la desintegración sangrienta de Yugoslavia y las sanciones económicas que golpearon a la clase media.

«La gente prefiere un líder que promete estabilidad antes que arriesgarse a un cambio», aseguró a la agencia de noticias AFP el profesor de ciencias políticas serbio Zoran Stojiljkovic, en Belgrado.

«Las grandes crisis, al menos a corto plazo, favorecen siempre a quienes ya están en el poder. Generan incertidumbre, miedo y la esperanza de que el sistema garantizará al menos la seguridad básica», sentenció Stojiljkovic.

Orban consiguió su cuarto mandato consecutivo en Hungría

El primer ministro de Hungría, el nacionalista Viktor Orban, del Partido Unión Cívica Húngara (Fidesz) consiguió el domingo pasado con el 53,19 de los votos su cuarto mandato consecutivo, según informaron fuentes oficiales.

De ese modo, aventajó claramente a la coalición opositora Unidos por Hungría, que aglutinó a seis partidos, y que llevó como candidato principal a Peter Marki-Zay, quien obtuvo el 33,92% de los sufragios.

Los comicios se desarrollaron con tranquilidad, con una participación cercana al récord (de 67,8% media hora antes del cierre de las urnas), y desmintieron las previsiones de un resultado ajustado.

«Hemos obtenido una victoria excepcional, una victoria tan grande que probablemente pueda verse desde la luna, y desde luego desde Bruselas», enfatizó Orban, de 58 años, en un breve discurso tras la publicación de resultados oficiales.

Vestido de negro y con el rostro serio, Orban votó con su esposa Aniko Levai temprano en la mañana en una escuela de los suburbios de Budapest, y prometió una «gran victoria», algo que ratificó al final del día.

Sus tres mandatos anteriores transformaron al país centroeuropeo en un estado «antiliberal», que llevó al país hacia un modelo más autoritario, ultraconservador, antiinmigración y aislado dentro de la Unión Europea (UE).

«Recordaremos esta victoria, porque nunca hemos tenido tantos oponentes, entre nuestra izquierda nacional, la izquierda internacional, los burócratas en Bruselas, el multimillonario estadounidense de origen húngaro George Soros, los medios internacionales e incluso el presidente ucraniano», enumeró con una gran sonrisa Orban.

Casi inmutable, incluso siendo uno de los pocos líderes globales que no condenó los abusos descubiertos el mismo domingo en Bucha, en las afueras de Kiev, que conmovieron al mundo entero, el primer ministro se alzó el triunfo con el 53,19% de los votos, un resultado muy por encima de todas las proyecciones.

Enfrentado con el gobierno comunitario de Bruselas, aunque obligado a equilibrar intereses si desea recibir los fondos extraordinarios europeos establecidos para la recuperación post covid-19, la contundencia de la victoria tensiona aún más la gama de enfrentamientos. 

Además, este enorme piso de votos podría decidirlo en avanzar sobre una reforma de la Constitución para ratificar los retrocesos en el estado de derecho observados durante sus mandatos anteriores, algo que alertó a los socios continentales.

El Fidesz, el partido del ganador Orban, uso su mayoría de dos tercios en el Parlamento para numerosas reformas. 

En 2013, una controvertida iniciativa condicionó la independencia del poder judicial. La normativa limitó las prerrogativas del Tribunal Constitucional para pronunciarse sobre determinadas cuestiones, obligando a remitirse a anteriores sentencias, cuando la jurisprudencia beneficia al gobierno. Y un nuevo procedimiento de nombramiento de jueces también garantizó la influencia del Ejecutivo en su composición y debilitó el principio de inamovilidad de los magistrados.

A pesar del rechazo de Bruselas, Budapest en 2010 avanzó con una ley que dispuso la creación de un Consejo de Medios designado por el gobierno, responsable en particular de velar por la objetividad. 

Con este sistema de control, los medios públicos transmitieron solo una entrevista de cinco minutos con el líder de la oposición Marki-Zay durante toda la campaña presidencial.

El cuestionamiento sobre el control de la comunicación ubicó a Hungría en el puesto 92 en la clasificación de Reporteros sin Fronteras (RSF) sobre libertad de prensa, detrás de Kirguistán o Haití.

Otro de los enfrentamientos con el resto de socios europeos es la firme oposición de Orban a la política inmigratoria. 

En nombre de la protección de una «Europa cristiana» y la «Defensa de la identidad húngara», el primer ministro cuestionó el derecho de asilo de los inmigrantes de África o de Oriente Medio y en julio de 2015 levantó una muralla en la frontera con Serbia, mientras arribaba a Europa una oleada de inmigrantes procedentes, en particular, de Siria, Irak y Afganistán.

Recientemente, la Comisión Europea debió abrir un procedimiento de infracción contra Hungría por oponerse a la distribución de inmigrantes que solicitaron asilo en la Unión Europea. 

La respuesta de Orban no ocultó hasta dónde podría llegar si los miembros exigen. El controvertido mandatario ultraconservador mencionó abiertamente la posibilidad de irse de la Unión, acusando a Bruselas de haber lanzado «una guerra santa, una yihad» en nombre del Estado de derecho.

Orban, un crítico feroz de la inmigración -sobre todo musulmana-, los derechos LGBTQ y los «burócratas de la UE», se ganó la admiración de los nacionalistas de derecha en todo el mundo.