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Abramovich: de multimillonario a tener su fortuna congelada

Abramovich, uno de los más leales laderos del presidente Vladímir Putin, es uno de los magnates sancionados por Occidente por la guerra en Ucrania.

Román Abramovich no es solo el dueño del club de fútbol Chelsea de Inglaterra o uno de los hombres más ricos del mundo, sino que es una pieza clave para que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, siga en el poder, y además forma parte de las negociaciones en la guerra entre Moscú y Kiev, algo que le costó que los países occidentales le congelaran sus activos y le embargaran sus bienes, estimados en 12.300 millones de dólares.

«Abramovich es el más fiel y devoto de los oligarcas de Putin. Sus lealtades son muy claras. Apoya incondicionalmente todo lo que hace el presidente ruso desde hace dos décadas. Incluso ahora, durante la guerra, está a su lado, aceptando y saludando a sus órdenes», señaló Maria Konstantinovna Pevchikh, jefa de la unidad de investigación de la Fundación Anticorrupción (FBK, por sus siglas en inglés), con sede en Moscú.

En tanto, el portal alemán Bellingcat y el diario estadounidense The Wall Street Journal (WSJ) informaron el 28 de marzo pasado «se supo que sufrió síntomas de un posible envenenamiento, los mismos que afectaron a dos negociadores de Kiev. No tenían la intención de matar, solo era una advertencia».

¿Por qué es tan importante este nombre nacido el 24 de octubre de 1966 en Sarátov, que  perdió a sus padres Irina Vasilievna y Aron Arkady a los tres años, que fue criado por sus abuelos en la república de Komi, en el frío norte de Rusia, y que tras un breve paso por el Ejército (1985), estudió ingeniería y trabajó en un principio como mecánico en una fábrica local?

La realidad es que su astucia, desde muy joven, lo ayudó a construir una meteórica carrera empresarial.

En 1987 contrajo matrimonio con Olga Yúrievna Lysova, boda de la cual, la pareja, a manera de presente, percibió una ganancia (en esa época eran unos 2.000 dólares estadounidenses), que Abramovich invirtió en una serie de propiedades del mercado ilícito de bienes raíces. 

A través de varios movimientos financieros consiguió finalmente duplicar y hasta triplicar las ganancias, formó una cooperativa con un negocio de ventas de repuestos de automóviles como beneficiario -de la cual obtuvo intereses y ganancias- luego la vendió, y finalmente con ese dinero y con la colaboración de varios inversionistas estableció una fábrica de juguetes de plástico.

Con la llegada de la Perestroika, la reforma económica interna soviética, Abramovich legitimó todos sus negocios y se diversificó en varios sectores: se introdujo en la industria petrolera, como inversionista, y de esa manera -para inicios de la década de los 90- amasó una pequeña fortuna, que le permitió empezar a llevar a cabo y concretar sus proyectos.

A lo largo de la década de 1990, Abramovich estableció y liquidó en total 20 compañías, que le dieron ganancias notorias, y de 1992 a 1995 se dedicó a fundar y dirigir cinco empresas de reventa de productos y comercialización y producción de bienes de consumo.

Luego se convirtió en un intermediario dentro de la industria petrolera, hasta que finalmente se dedicó en su totalidad hacia la comercialización de petróleos y sus derivados con su empresa Sibneft, que con el transcurrir de los años se la vendió al coloso ruso Gazprom.

Con estos recursos y los generados por otras inversiones centró sus negocios en la adquisición masiva de empresas y compañías estatales privatizadas durante el gobierno de Borís Yeltsin (1991-1999), con quien -al igual que con Putin- forjó una relación muy cercana.

Así, a principios del siglo XXI Abramovich se convirtió en el hombre más acaudalado de Rusia y uno de los más ricos del mundo. Su punto álgido fue en 2006 cuando fue citado por la revista Forbes como la undécima mayor fortuna del mundo.

Es más desde el 2000 hasta el 2008 (ya con Putin, el ex director de la KGB, en el poder) fue gobernador de Chukotka, una región en el Extremo Oriente ruso.

Pero en el medio de incursión a la política, Abramovich demostró su interés por otro tema: el fútbol.

En el 2003 compró el equipo de fútbol inglés Chelsea, donde en 19 años ganó 17 títulos, incluidas dos Copas de Campeones de Europa (el máximo certamen europeo) y recientemente su primer Mundial de Clubes (torneo que reúne a los cinco campeones continentales del año).

Pero Cuando comenzaba la segunda semana del conflicto, Abramovich tomó una resolución que sorprendió: en una carta a los hinchas del Chelsea, uno de los clubes más importantes de Londres y por ende, de Europa, reveló que lo ponía a la venta. «Creo que es lo mejor para el club», afirmó. 

Pero un poco más abajo escribió lo que refleja su cambio de mirada sobre Putin: el dinero se usará para crear una fundación que será en beneficio de todas las víctimas de la guerra en Ucrania.

Pero la decisión del multimillonario ruso no pudo realizarse de esa manera, ya que la sanción del gobierno británico entró en vigencia antes de la venta del club. 

Más problemas para Abramovich

La Corte Real de la isla de Jersey, dependencia de la Corona británica, le impuso una nueva sanción: le congelaron activos por un valor superior a los 7.000 millones de dólares.

Abramovich, quien también tiene ciudadanía israelí y británica, es uno de los siete oligarcas rusos afectados por las sanciones de Reino Unido y la Unión Europea (UE), tras la invasión de Rusia a Ucrania.

«El Tribunal Real el 12 de abril impuso una orden de congelamiento formal, conocida como ‘saisie judiciaire’, sobre los activos sospechosos de estar conectados con el Sr. Abramovich y que se encuentran en Jersey. Se cree que tienen un valor de más de 7 mil millones dólares», infiormó un comunicado del Departamento de Oficiales de la Ley de Jersey, una isla situada en el Canal de la Mancha.

El sistema fiscal de la isla convirtió a este pequeño pedazo de tierra en el centro financiero extraterritorial más grande del mundo.

Como explica el portal Calcio e Finanza es el hogar de más de 400 fondos de inversión que controlan 436.000 millones de dólares y 24 bancos con depósitos de más de 152.000 millones.

Pero sus problemas no terminan ahí: las autoridades de Hamburgo, en Alemania, le decomisaron su yate Dilbar, valorado en 400 millones de dólares.

Es por eso que tomó la decisión de preservar su yate insignia «My Solaris», una nave mucho más grande y lujosa que dejó el puerto de Barcelona para ir hacia aguas internacionales para evitar que también sea incautado.

No es para menos, la embarcación vale unos 600 millones de dólares: es una mansión flotante de 140 metros de eslora, con capacidad para albergar hasta 36 invitados VIP, con 48 camarotes, y una tripulación permanente de 60 personas. Tiene más m2 para disfrutar que los que la Reina Isabel II posee en el Palacio de Buckingham.

Francia siguió los pasos de las autoridades de Reino Unido y Alemania: se apoderó de la impresionante villa Château de la Croë, que alguna vez perteneció al duque y la duquesa de Windsor, situada en una de las partes más prestigiosas de la Riviera francesa, el Cap d’Antibes, que según los agentes inmobiliarios locales su valor ronda los 118 millones de dólares.

Construida en 1926, la elegante villa se completa con más de una docena de habitaciones, ocho baños y se encuentra en 12 acres de frondosos bosques y exuberantes jardines a solo unos metros del mar Mediterráneo.

Abramovich gastó unos 40 millones de dólares en la restauración del Château después de que lo compró en 2001, construyó una piscina de 15 metros en el techo e insertó un enorme gimnasio y cine en casa en el sótano para crear la zona de juegos definitiva de los multimillonarios.

Pero antes de que uno de los magnates favoritos de Putin se mudara, la increíble propiedad fue utilizada como casa de vacaciones por el ex rey de Inglaterra Eduardo VIII y la socialité estadounidense Wallis Simpson, más conocida como el duque y la duquesa de Windsor, propietarios del Château de la Croë en 1938 después de que el rey Eduardo VIII abdicara del trono.

La villa se convirtió en uno de los retiros favoritos de la pareja y también se utilizó en varias ocasiones para albergar a invitados muy estimados.

Winston Churchill, el famoso primer ministro que condujo con éxito a Gran Bretaña a la victoria en la Segunda Guerra Mundial, celebró su 40 aniversario de bodas con el duque y la duquesa en la villa en 1948 antes de que se vendiera el castillo dos años después.

Una fuente del Ministerio de Economía y Finanzas de Francia reveló que la villa se encontraba entre las 12 propiedades pertenecientes al antiguo propietario del club Chelsea, la mayoría de las cuales fueron compradas mediante empresas francesas especialmente creadas.

«La congelación de activos inmobiliarios significa que no se pueden vender ni utilizar para obtener ingresos por alquiler», explicó la fuente.

La extensa propiedad de Abramóvich en la isla caribeña de Siant Barth, una isla parcialmente gobernada por Francia como territorio de ultramar, también se encuentra entre los activos incautados.

También propiedades en la estación de esquí alpino de Meribel, así como en otras estaciones de la Riviera mundialmente famosas, como Saint-Tropez y Cannes.

El aliado cercano del presidente ruso Vladimir Putin se cree que actualmente está en Moscú.

Mientras Abramóvich ve cómo se incautan sus bienes, varios posibles compradores multimillonarios compiten por hacerse con la propiedad de su amado Chelsea.

Todavía se están considerando cuatro ofertas conocidas para comprar el club londinense, que podría venderse por alrededor de 4.000 millones de dólares.

El gobierno británico debe firmar la venta, que está siendo supervisada por el banco mercantil Raine Group, con sede en Nueva York, bajo los términos que permitieron que el equipo continúe operando desde que Abramóvich fue sancionado.

«Nuestra función es considerar una solicitud de una licencia modificada que autorice la venta del club cuando se presenta con un postor preferido», precisó el gobierno británico en un comunicado.